Diccionario, útil para escribir bien.

En tono de fanático en estadio, frente a una concurrida sucursal bancaria, una mujer hablaba al indiscreto teléfono móvil explicándole a su interlocutor que no permanecería en la cola porque había un pueblo de gente.

Claro que bastaba decir que había un pueblo, lo que equivale a designar a mucha gente.

Tales reiteraciones, que tienen la intención de reforzar el sentido, son frecuentes en la lengua oral, incluso entre sujetos instruidos.

Pero no es admisible que en un noticiero, presuntamente redactado por profesionales del periodismo, se diga que en la manifestación participó una multitud de personas.

¿Es que acaso en un acto de protesta la muchedumbre podía estar compuesta por otra especie que no fuera humana?

Inútiles palabras

Las repeticiones innecesarias, llamadas pleonasmos, abundan en nuestros medios, sobre todo en los que se sirven de la oralidad, ¿acaso no redunda el que habla de un plan previsto?

Plan es lo que antecede y orienta la ejecución de una tarea, es justamente previsión; por lo tanto, no es posible un plan que no ha sido previsto.

Así sucede con la repetida fórmula de la preparación previa, que se dice como si fuera posible una preparación posterior.

O cuando se habla de un período de tiempo o un lapso de tiempo, sin considerar que los vocablos período y lapso ya incluyen la idea de temporalidad.

Y se dice objetivos propuestos o fines perseguidos sin tener en cuenta que los objetivos son justamente los propósitos y los fines lo que se persigue.