Quizás, en la resolución de la joven Leonor Pérez de aprender a leer y a escribir en contra de la voluntad de sus padres y de los preceptos de la época, estuviera el primer rasgo de rebeldía que heredó su primogénito.

Es posible que, según anécdota contada por Gonzalo de Quesada, cuando Doña Leonor le explicó a su pequeño Pepe que los soldados eran maltratados porque pertenecían al rey, mientras que ella no lo trataba a él igual porque él era libre, le indicara la alegoría que José Martí recogió en su poema Yugo y Estrella.

Este, es un yugo: quien lo acepta, goza: / Hace de manso buey…, dice Martí y se refiere a la esclavitud. Esta, que alumbra y mata, es una estrella…, puntualiza, y habla de la libertad o del derecho que todo hombre tiene a ella, cuéstele lo que le cueste.

Dolida, valiente

Mucho padeció Doña Leonor por la vocación libertaria de José Martí, quien paso a paso le fue dejando la certeza de que no habría vuelta atrás en su camino.

Desde el presidio, el  joven de 16 años le escribe: Siento estar metido entre rejas, pero de mucho me sirve mi prisión. Bastantes lecciones me ha dado para mi vida, que auguro ha de ser corta.

Con el dolor de verlo preso y toda su energía de madre amantísima, se empeñó, junto a Don Mariano Martí, en obtener para su hijo una condena más benévola.

Antes, cuando los sucesos del Teatro Villanueva, ya Doña Leonor había mostrado su arrojo, al salir bajo las balas en busca de su hijo. Fue a buscarme en medio de la gente herida, y las calles cruzadas a balazos…, allí en el lugar aquel donde su inmenso amor pensó encontrarme, contaría luego Martí.

Una relación desde la distancia

Solo su niñez y su temprana juventud pasó José Martí en el hogar paterno. Bastarían para que heredara, según el historiador José Cantón Navarro, la honradez, el culto al trabajo, la modestia, el rechazo a los privilegios injustos y la solidaridad.

Cantón Navarro resaltó que Doña Leonor constituyó un ejemplo como mujer, esposa y madre. Con ella, Martí mantuvo una relación desde la distancia, intensa, cercana y dolorosa.

A través de Doña Leonor estuvo al tanto del acontecer de toda la familia, el hombre que hasta en sus últimos días, en vísperas del largo viaje que quizás sí supiera era hacia la gloria, no dejó de pensarla.

¿Por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio?, le preguntaría el hijo empeñado en salvar a la madre mayor.