No recuerdas si al salir apagaste el fogón o dejaste las llaves de casa metidas en la cerradura de la puerta. Tienes la respuesta a una pregunta en la punta de la lengua, pero no te llega la palabra que buscas.

Todos hemos pasado por un episodio similar, y en ocasiones muchos se preguntan si ese tipo de eventos son normales o si reflejan algún problema con el funcionamiento de la memoria.

Un informe realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, indica que con el paso del tiempo, el cerebro cambia y una de las consecuencias es que le cuesta recordar algunas cosas.

Pero esto no tiene que ser un indicativo de que en el futuro puedan desarrollarse enfermedades neurológicas, como la demencia. Y es que es prácticamente imposible tener una memoria impecable, al margen de la edad que se tenga.

Olvidos normales

La transitoriedad es una de las imprecisiones normales que podemos experimentar con respecto a nuestros recuerdos.

Se caracteriza por la tendencia  a olvidar hechos con el transcurso del tiempo, y ocurre porque la memoria tiene fresca la información que se usa habitualmente, la que no, se descarta.

Para los especialistas eso no es algo malo. Es un proceso que permite «limpiar» el cerebro y «abrir» espacio para almacenar información útil y nueva. El despiste, bloqueo y la atribución equivocada son otros ejemplos de los pecados de la memoria. 

La actividad física ayuda a mejorar la retentiva, pues retrasa el proceso de achicamiento del cerebro que se produce con el paso de los años e incrementa el tamaño del hipocampo.

Otra recomendación es seguir estudiando, pues quienes lo hacen preservan sus funciones mentales y tienen menos posibilidades de desarrollar demencia.

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