Por: Gardenia Companioni

“Permiso por favor que necesito el asiento de embarazadas”, reclamó la futura madre en aquel P 5 repleto a las 5 de la tarde.

Miradas de angustia, o de reproche de quien ocupaba el sitio, pero el caso es que después de tantos años de ser señalizado dónde deben viajar mujeres embarazadas, niños y personas minusválidas, aún encontramos resistencias de todo tipo.

Hacerse el dormido, el entretenido o simplemente no respetar las normas impuestas en los ómnibus de transporte público, es para muchos la opción más fácil. Y cabe preguntarnos: ¿por qué esa madre tiene que esperar llegar al famoso asiento de embarazada, por cierto, bastante alejado de la puerta delantera?

A veces, por hacer un bien, contribuimos a un mal. Cualquier asiento en los ómnibus puede cedérsele a las personas antes señaladas, lo que demuestra la sensibilidad del pueblo.

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