El elevador marca el octavo piso y en la entrada aguarda una señora que amablemente cede el paso.

La experiencia es inigualable, todo está oscuro cuando sorprendentemente resplandece una pantalla  y aparecen las palomas volando, la belleza del entorno, las mulatas vestidas a la usanza colonial e incluso una niña agarra el sol entre sus manos.

Es la Cámara Oscura, situada en la Plaza Vieja de La Habana, que desde una torre de 35 metros proporciona maravillosas vistas de toda la ciudad.

Inaugurado el 1ro de marzo del 2001, el equipo óptico fue un donativo de la Diputación Provincial de Cádiz a Cuba, realizado a través de la Oficina del Historiador de La Habana.

En la actualidad este gran atractivo turístico es único de su tipo en América Latina y el Caribe.

Cercana realidad con la historia de la ciudad

La primera cámara oscura o caja mágica fue construida por Aristóteles, pero no fue hasta el siglo XV que gracias a Leonardo Da Vinci, el mayor genio del Renacimiento, se sientan las bases de ese aparato.

La existencia de la luz solar y la colocación del dispositivo en lugares altos son imprescindibles para su funcionamiento.

A través de un espejo instalado verticalmente con la capacidad de girar sobre su eje a 360 grados, la luz es transferida sobre una pantalla cóncava por una lentilla de 180 metros de diámetro con la que se llega a un radio de visibilidad de 7 kilómetros aproximadamente.

Hoy en todo el orbe existen 54 cámaras oscuras, entre las que se destacan las de España, Inglaterra, Portugal, y Estados Unidos.