La pasión por la independencia del General Antonio Maceo nació desde la cuna, trasmitida por sus padres Marcos Maceo, uno de los armeros más populares de la comarca, y por Mariana Grajales, símbolo de las heroicas mujeres cubanas. 23 años tenía Antonio, el mayor de los Maceo, cuando se unió al Ejercito Libertador.

Nacido el 14 de junio de 1845 en Santiago de Cuba, comenzó la guerra de simple soldado, pero sus acciones lo descubrieron como eminente guerrero y dirigente político, terminando la contienda con el grado de Mayor General, el más alto otorgado por el Ejército mambí.

El sentido de pertenencia a su patria,  bien claro en la mente de los padres, despertaría temprano en los hijos el patriotismo más puro.

Semillero vigoroso

Como todos los descendientes de los Maceo-Grajales, Antonio de la Caridad, al igual que el resto de la prole del matrimonio, se forjó en aquel semillero vigoroso que fue su cuna. El anhelo de obtener la libertad y la independencia patria, sin importar su condición de raza, devinieron principios de la formación  familiar.

De ellos aprenderían no solo el amor al trabajo y a la patria que los vio nacer, sino a fraguar una conducta vertical, intransigente ante las debilidades inadmisibles, actitud sobresaliente de los Maceo Grajales, con especial protagonismo de Antonio, quien puso ribetes de oro a su concepto de patria en Baraguá. Reafirmado en Jimaguayú y a posteriori, el 6 de junio de 1884, cuando escribió a Anselmo Valdés: La patria soberana y libre es mi único deseo, no tengo otra aspiración.

Encarnación del pueblo

Maceo fue también un hombre de ideas certeras como su mano armada.

El Titán de Bronce es el héroe que atesoró en su cuerpo 27 cicatrices de guerra y, a la vez, fue autor de proclamas, cartas y artículos en los que mantuvo una actitud igualitaria, antirracista que lo distingue, además, por sus juicios y doctrinas políticas y militares.

El mayor de los hijos de Marcos y Mariana, llevaba en sí mismo la ética de la revolución.

Por eso, en misiva enviada a Martí tras la muerte de su madre, le confirma que su pérdida aumentaba su deber “de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo”.

A 173 años de su nacimiento, este 14 de junio, la fuerza de sus ideas encarnan las del pueblo.

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