Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos, lo vio nacer el 24 de agosto de 1919. Y en este año de su centenario, Cuba entera lo sigue recordando.

Por eso, la leyenda del cantor se multiplicará en conciertos, coloquios, documentales y otras propuestas en la que su música y su canto llevarán la voz cantante.

Ser hijo de una familia de 21 hermanos obligó a Bartolomé Maximiliano Moré a enfrentarse pronto con la vida. Se hizo trovador callejero, cantante de un septeto y en los inicios de los años 40 emprendió la conquista de la capital.

Su inigualable voz era como el canto de Cuba, de su pueblo, al que se mantuvo fiel. Músico natural, con un estilo inimitable, Moré le confirió su sello personal a su arte inigualable.  

El Bárbaro del Ritmo

En La Habana, Benny Moré recorrió bares y cantinas, cantando solo y en agrupaciones. A mediados de los años 40 viajó a México con el Conjunto de Miguel Matamoros.

Allí el lajero grabó varios discos con las orquestas de Mariano Mercerón, Rafael Paz y Pérez Prado, muy en boga entonces, y filmó varias películas, entre ellas, Al son del mambo y en Cada puerto un amor.

Pronto, su prestigio se vio afianzado y sus composiciones se fueron adueñando del ámbito nacional y caribeño. En La Habana, cantando junto a varias orquestas lo bautizan como el Bárbaro del Ritmo.

La sensibilidad musical que tenía el Benny le permitía abarcar todos los matices de la música. Fiel a su público a su orquesta y a su voz, el hijo pródigo de Lajas era pura espontaneidad, explosión de sonidos y movimientos.

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