Un niño nunca procede conducido por prejuicios, ni prioriza sus placeres y el bienestar exclusivo. Foto: Tomada de Internet

La Habana, Cuba.- Si es verdad que cada adulto lleva por adentro un niño, hay quien lo conserva tanto que lo pierde en el olvido.

Un niño nunca procede conducido por prejuicios, ni prioriza sus placeres y el bienestar exclusivo, ni hipócrita se desgasta en rastrero servilismo fingiendo lealtad y esmero para obtener beneficios.

Un niño bien educado no actúa por egoísmo pensando en todo momento “esto es mío y esto es mío”; y sin embargo hay adultos que inoculan en sus hijos los egocéntricos virus de un enfe­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­rmizo yoísmo.

El que a sus hijos corrompe alegando que es cariño abrumarlos de tarecos que a la postre son dañinos, ya viejo y en abandono, por previsible destino, acaba triste y huraño, solitario y sin amigos