La Habana, Cuba.- Este siete de noviembre se destaca en el panorama cultural cubano por ser el aniversario 153 del natalicio del  poeta y periodista habanero, Julián del Casal y de la Lastra.

Cursó estudios en el Real Colegio de Belén, donde muy pronto manifestó su vocación por la creación literaria, al fundar un periódico manuscrito, que tituló: El Estudiante.

Con 16 años se graduó de Bachiller en Artes en el Instituto de La Habana y en 1880 publicó su  primer poema conocido, en un semanario de literatura, arte y ciencia llamado: El Ensayo.

Empezó a trabajar en el Ministerio de Hacienda como escribiente y matriculó las carreras de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad, las que NO terminó, pues prefirió dedicarse por entero a su pasión por la literatura.

Un destacado poeta modernista

El afán de Julián del Casal por conocer París, la capital francesa, lo llevó a Europa con 25 años, aunque no fue más allá de España. Ahí conoció a los poetas Salvador Rueda, de Málaga, y Francisco Icaza, de México, a quienes se les tiene entre los más importantes cultores del modernismo.

Los estudiosos de la obra de Julián del Casal consideran que éste merecía estar entre los principales poetas modernistas de América  Latina, además de ser  el talento poético más lúcido de ese movimiento de renovación literaria en nuestro país, durante el siglo XIX.

Cuando  ya era un afamado cronista y poeta,  publicó su primer poemario titulado: Hojas al Viento, época en la que conoció a la joven  poetisa Juana Borrero, en las tertulias que organizaba su padre el intelectual Esteban Borrero, en la casona de la zona de Puentes Grandes, donde vivían.

Un poeta conocido y amado

En esta fecha del siete de noviembre, que marcó la llegada al mundo del poeta Julián del Casal y de la Lastra, tomamos en préstamo las acertadas palabras de José Martí, para  recordarlo.

Diez días después del deceso de Casal, ocurrido el 21 de octubre de 1893, el Héroe Nacional cubano publicó en el periódico Patria un artículo en el que lo describe con finura, cuando dice: “Aborrecía lo falso y lo pomposo (…) Por toda nuestra América era Julián del Casal muy conocido y amado, y ya se oirán elogios y tristezas”.

Más adelante señala el Apóstol sobre su coterráneo: “ya Julián del Casal acabó, joven y triste. Quedan sus versos. La América lo quiere, por fino y por sincero las mujeres lo lloran”.