La Constituyente apunta a afianzar el poder popular.

Las autoridades venezolanas parecen ir llevando la delantera política interna en la misma medida en que, según encuestas e investigaciones, la población local percibe la futura Asamblea Constituyente como un paso trascendente hacia la paz y la estabilidad.

En efecto, un reciente estudio de opinión asevera que a estas alturas, cuando restan días para las votaciones, más de 54 por ciento de los venezolanos apoya la creación de una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Carta Magna a partir del mayor consenso nacional posible.

Ciertamente, la derecha local, apegada a los planes agresivos norteamericanos, no ha tomado parte en este proceso, y se mantiene en sus 13 con relación a la alteración del orden público y el uso de grupos violentos.

Del escenario

Por largas semanas la oposición venezolana ha pretendido, con acciones bandálicas, destruir al gobierno bolivariano, sin embargo, más allá de errores y críticas, la realidad es que parece estar ganando amplio espacio la comprensión mayoritaria de que un triunfo de la derecha sería la debacle nacional.

La misma irracionalidad y el aberrado fanatismo de los opositores han contribuido a fortalecer esa idea.

Por demás, los llamados derechistas para dividir a las fuerzas armadas no parecen encontrar receptividad en las filas castrenses que, por el contrario, se muestran claramente partidarias de la defensa de la Constitución y las entidades estatales, y profundizan día a día su influencia y sus lazos con las masas populares, en lo que en Venezuela se denomina “alianza cívico militar”.

Momentos complejos

De todas formas, lo cierto es que Venezuela, bajo un fortísimo ataque mediático y económico, con el asedio exterior, y con repetidos actos de violencia reaccionaria, enfrenta días cruciales en la definición de su camino ulterior.

La Constituyente apunta a afianzar el poder popular que no solo tendrá que defender la obra realizada, sino además perfeccionarla y enfrentar los errores e insuficiencias propias.

Además, será valladar legal frente a los intentos de la derecha y sus amos externos por sacar de juego a quienes impulsan las banderas de un cambio positivo, democrático, participativo y creador.

En consecuencia, nadie considere que andar esa ruta será un paseo por un lecho de rosas, sino una obra neta de voluntad, entrega, riesgos y firmeza generalizados.