Por Marilys Suárez Moreno

A veces la reprimenda a la que se recurre para evitar un comportamiento malo puede ser errónea. En el discurso argumental de algunos padres prevalece la aspiración natural de querer darles lo mejor; llenarles la agenda de actividades programadas de antemano por la familia, eliminarles tareas para que no se desgasten y brindarles lo mejor de todo.

La idea es que los hijos deben superar a los padres y ser y hacer cuanto ellos no pudieron. Compromisos muchas veces obligados por las presiones externas, pues “si el hijo de fulano practica judo y la niña de la vecina da clases de ballet, mis hijos no pueden ser menos, quiero que ellos hagan lo que yo no pude hacer”. Pero en ese sumergirse en el infinito de la perfección futura, nos podemos pasar de rosca y planificarles la vida.

Efecto opuesto

Desde la más temprana edad, ha de respetarse el derecho del menor a escoger a sus amistades y sus juegos, dentro de la forma apropiada que va fijando el mismo ambiente en el que se desenvuelve la familia. Lamentablemente, algunos son demasiado dominantes, convencidos de que sus hijos tienen que pensar y que sentir exactamente como ellos.

Está bien que se busque el éxito para su progresión futura, pero más bien como satisfacción personal y nunca sustentada en la consecución de los proyectos que quizás en su momento constituyeron frustraciones para sus progenitores.

Contrario a lo que se quiere esa sobrecarga puede estresarlos y hacerlos sentir incapaces de ordenar sus vidas tal como desean los suyos, pero si cuando presente dificultades disfruta del cariño y la visión de las personas afines, se sentirá feliz

Mostrarse triunfador

Frecuentemente aplastamos los deseos infantiles y potenciamos los nuestros a partir de múltiples requerimientos. De hecho, los mantenemos sobreocupados, hiperestimulados; deportes, danza, idiomas, computación, música. Un diapasón de actividades que los obliga a cumplir, sin que en realidad exista pasión por lo que hacen.

Los niños tienen que disfrutar su niñez, urgidos como están de juegos, esparcimientos, cumpleaños, amigos. Retozos y descansos, Así también se aprende. Nadie es perfecto ni puede abarcar el mundo con una mano. Si poner empeño y enfocarlos en aquello por lo que muestren interés.

La serenidad y el autocontrol son las mejores armas para enfrentar con éxito lo que les toca vivir. Y no se trata de mostrarse triunfalista, sino triunfador ante las lecciones de la vida.