En 2016 hubo avances, pero quedan muchos escombros por remover. Foto: Tomada de la Demajaguaa

La Habana, Cuba.-  Varios hitos marcaron las relaciones entre Cuba y Estados Unidos el año que recién terminó. En primer lugar, Barack Obama se convirtió en el primer presidente norteamericano que llegó a Cuba en 88 años

Obama, con cara de buena gente y un discurso seductor, llegó a La Habana en marzo para tratar de quitar hierro a la histórica hostilidad de Washington.

Aquí fue recibido con cortesía y respeto, pero la verdad es que no engañó a nadie, porque sin muchos tapujos proclamó que ese cambio no modifica los objetivos.

Y quizás para reforzar esa adecuación táctica en octubre presentó una Directiva presidencial que expuso las líneas generales de las relaciones con Cuba.

El texto resultó contradictorio pues mientras aseguró que no busca cambios en el ordenamiento cubano, alentó a fuerzas internas a trabajar por unas inexplicadas reformas.

Los números de una relación

El pasado año, entre La Habana y Washington se produjeron visitas de alto nivel en ambas direcciones, se firmaron acuerdos de interés común y aún se negocian otros.

A ello se suman encuentros técnicos y acciones de cooperación, y reuniones vinculadas a los diferentes diálogos, así como un apreciable número de acciones de intercambios culturales, académicos, deportivos y otros.

Sin embargo, en medio de ese panorama alentador, el bloqueo sigue vigente y constituye el principal obstáculo entre ambas naciones.

Para la total normalización de las relaciones bilaterales, Cuba también reclama la devolución del territorio ocupado de Guantánamo y el fin de las políticas lesivas a nuestra soberanía.

En general, en el 2016 hubo avances, pero quedan muchos escombros por remover, aunque haya venido Obama.