Alicia Alonso, directora del Ballet Nacional de Cuba. Foto cortesía del Ballet Nacional de Cuba

A finales de febrero Alicia Alonso volvió a pararse sobre el escenario de la sala García Lorca. Llegó en medio de la ovación que recibía el elenco encabezado por Anette Delgado y Dani Hernández tras la función de cierre de la temporada de Giselle por el Ballet Nacional de Cuba.

Los aplausos y los vítores se hicieron aún mayores, y desde el auditorio se multiplicaron las luces de los móviles encendidos para registrar en fotos o video un momento tan lleno de emociones.

Fue la retribución del público ante una entrega artística de excelencia, modelada por la consagración y la experiencia de la maestra allí presente, que dedicó además una elegante reverencia de agradecimiento.

Alicia Alonso es una mujer excepcional. Una vida marcada por la pasión hacia la danza, el virtuosismo artístico, la entereza frente duros contratiempos. Referente mundial del ballet en el siglo 20, su gran debut escénico fue precisamente con Giselle.  Bailaba entonces en Estados Unidos, pero su sueño iba más allá de un triunfo personal.

Por eso en 1948 fundó en su Patria -junto a los hermanos Fernando y Alberto Alonso- la compañía que fue el embrión del definitivo Ballet Nacional de Cuba, cuya andadura se consolidó gracias al apoyo de la Revolución. La gran bailarina pudo así extender ese arte por todo el país. Supo cambiar un público, por un pueblo.

En los salones de ensayos hemos apreciado cómo -con envidiable energía- se mantiene al tanto de cada detalle de los montajes coreográficos. Mientras suena la música, afina el oído para detectar desajustes en los pasos. Sigue el ritmo con los pies. Da palmadas. Pide criterios. Luego reúne a los muchachos y les habla, los alerta, los aconseja. Toda su sabiduría la entrega a los jóvenes bailarines. Es la herencia que deja.

En momentos de conversaciones informales hemos podido acercarnos a una Alicia Alonso más allá de ese ámbito.

Alicia Alonso durante un ensayo. Foto Cortesía del Ballet Nacional de Cuba

Conocimos de su afición por la música, incluida la popular cubana; de su amor por los animales, pues siempre añora el regreso a casa para reencontrarse con sus perros; de sus incursiones en la espeleología; de su permanente sed de conocimientos sobre los avances de la ciencia y los misterios que aún guarda el universo.

Supimos también de su preferencia por Radio Reloj, y al aproximarse el aniversario 70 de su fundación recogimos los criterios de Alicia Alonso, primera bailarina absoluta y directora del Ballet Nacional de Cuba. Como ella suele decir, la emisora y la compañía danzaria casi nacieron al mismo tiempo, pues apenas las separan 15 meses de diferencia.

 —Sabemos que tenemos en usted a una de nuestras más fieles oyentes. ¿Qué le atrae de Radio Reloj?

Radio Reloj se ha integrado a mi vida cotidiana de una manera tan natural, y desde hace tantos años, que me parece algo que siempre ha estado y que siempre estará. Me atrae porque de manera sencilla y sintética me informa sobre los temas más variados, muchos de los cuales difícilmente llegarían a mí por otro medio. Escucho la emisora al levantarme cada mañana, y también un rato antes de dormir en la noche. Así estoy más tranquila, porque me siento informada. – No tengo un tema predilecto, porque la información que ofrece Radio Reloj es muy variada, y muy diversos son también mis intereses.

—¿Cómo valora en sentido general, en su forma y contenido, la redacción, la inmediatez noticiosa, la locución?

El trabajo de Radio Reloj me parece altamente profesional, la redacción es clara y fluida. La locución es realmente grata. Yo felicito sinceramente al colectivo de trabajo de esta emisora, y a sus dirigentes.

¿Considera que la sociedad cubana queda reflejada en nuestra programación, en sus múltiples y variadas expresiones? ¿Qué podríamos mejorar?

Siempre se puede mejorar. Creo que un cuidado permanente debe ser el de velar porque la síntesis y la voluntad de inmediatez no dañen nunca la esencia de la información.