La Habana, Cuba.- No es ocioso reiterar que la vía es un medio esencial que en el verano ocupa un espacio importante en la familia cubana. Ómnibus, camiones, automóviles, motocicletas y bicicletas sirven de colchón para el tráfico de familias que se disponen a disfrutar días y momentos de sano esparcimiento.

Está más que dicho que cada año la cifra de fallecidos, por distintas causas en accidentes de tránsito, rebasa las 800 personas.

Algo que, sin duda, llama a la reflexión urgente. Conductores ebrios, otros violadores de los límites de velocidad, también los que se distraen con celulares y pantallas planas en la parte delantera del auto, los que irrespetan las señales, los que manejan con vehículos en mal estado técnico y los que conducen a exceso de velocidad, son infracciones constantes que aparecen en los resúmenes de la accidentalidad.

La vida más que todo

De nada vale que autoridades del tránsito efectúen operativos y actividades de control, orienten a choferes y peatones, suspendan licencias de conducción, apliquen multas y decomisen vehículos, si el usufructuario de la vía incumple y no mantiene la disciplina y conciencia necesarias.

En Cuba, como en pocas naciones en el mundo, se destinan valiosos recursos para concientizar a la población mediante cursos, actividades didácticas y de prevención. Muchos sufren la pérdida de hijos, padres, nietos, abuelos, tíos, por negligencias e irresponsabilidades en el uso de la vía.

A todos nos duele y estremece cuando conocemos una de esas noticias fatales que marcan los hogares relacionadas con el tránsito; pero…¿cómo será cuando nos toque esa desgracia a uno de nosotros por una irresponsabilidad o negligencia en la vía?