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El arzobispo de San Salvador Monseñor Óscar Arnulfo Romero, canonizado este sábado por el Papa Francisco, es recordado como el hombre que se atrevió a desafiar la injusticia en su país, al convertirse en la voz de los sin voz.

Romero abrió las puertas de la Iglesia a los campesinos desplazados, se opuso a los sectores oligárquicos y se encargó de denunciar la violencia militar, razón por la cual fue asesinado para acallar su voz.

El domingo 23 de marzo de 1980, el sacerdote pronunció su última homilía, en la que demandó el cese de la represión imperante, y al día siguiente fue asesinado por un militar.

El actual presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, exhortó a sus coterráneos, a propósito de la fecha, a encontrar en el pensamiento y legado de Oscar Arnulfo Romero una nueva cultura de paz basada en el respeto a la vida, a las diferencias y a los derechos humanos.