Cada mes de diciembre los educadores llevan flores a la tumba del maestro voluntario Conrado Benítez, en el cementerio de San Carlos, en la ciudad de Matanzas, donde el pueblo le rinde perenne tributo.

A más de medio siglo del vil asesinato del joven alfabetizador, las nuevas generaciones de pedagogos se inspiran en el ejemplo de quien solo portaba al morir objetos personales, libros y obsequios para sus alumnos.

Las ilusiones del maestro matancero de apenas 18 años quedaron truncadas cuando las bandas contrarrevolucionarias que operaban en las montañas del Escambray se ensañaron hasta asesinarlo.

Conrado Benítez es símbolo para los jóvenes que asumen en las aulas de diferentes enseñanzas en la provincia de Matanzas y las familias campesinas que ven en la obra educacional de la Revolución un perenne tributo al maestro mártir.