La Habana, Cuba.- SI usted le gusta la pelota en su sentido más puro, lo siguiente hinchará las velas de su avivado sentido polémico.

La Serie Nacional, a pesar de la modorra y el incapturable paso de Matanzas, nos regala cierto aroma de emoción, la feroz batalla de algunos equipos por el boleto a la siguiente fase.

Es cierto que semejante panorama, calma muy levemente el afiebrado estado actual de nuestro principal pasatiempo deportivo, por aquello de ser indudable patrimonio sociocultural.

Sin embargo no debemos engañarnos, sentimientos aparte, la Serie Nacional de Béisbol, repleta de relatos incómodos, gracias a su tímido nivel de calidad, es el instrumento ideal, que nos permitirá redescubrir, que los contradictorios encantos que la sostienen son: su histórico pasado y lo necesario de mantenerla, a pesar de su inadecuada estructura.

Acciones justas

Casi nadie duda que el foco de interés de la Serie Nacional de Béisbol cada día se agota un poco más. Le urge hace algún tiempo, enderezar su febril rumbo, vivo, gracias al voluntarioso gen, que renace en muchos de nosotros. A estas alturas, todavía un puñado de incautos se llama a engaño, y presuponen que el mal rato es solo una flaqueza temporal del destino.

Otros ingenuos, se frotan las manos, acariciando la vaga idea de que el bien nacerá, tras desterrar todo lo forjado en más de medio siglo. Mucho polvo debe deportar la pelota cubana si aspira a recuperar el lustre de antaño. Los caminos serán espinosos, algunos difíciles de asumir, otros necesarios de afrontar. La remontada de tamaña empresa podrá ser perpetua. Sin embargo debe asumirse, ya que las ideas claras y las acciones justas, siempre tributan.