El mundo de la lectura puede aprovecharse para despertar el interés infantil. Foto: ecured.cu

El mundo de la lectura puede aprovecharse para despertar el interés infantil. Foto: ecured.cu

La Habana, Cuba.- Años atrás, era una costumbre familiar contarles cuentos a los niños antes de irse a dormir o para entretenerlos. Con las nuevas tecnologías, ni los niños ni los padres se interesan mucho por la lectura. Como me dijo la pequeña Carla, “a mí no me gusta leer”.

Lo entendí, porque ni su mamá ni su papá abren jamás un libro; ni siquiera toman un periódico o una revista en sus manos. Nunca es demasiado pronto para empezar a leerle al niño.

Incluso en esa etapa en que comienza a hacer sus propios sonidos y a repetir en series silabas o palabras, hay mucho que podemos hacer para estimular, a la par que el desarrollo del lenguaje, el interés  por el conocimiento. A medida que crecen y se apropian de las palabras y del discernimiento, pudiéramos ayudarlos leyéndole cuentos apropiados a sus edades.

Un ejercicio divertido

El mundo de la lectura puede aprovecharse para despertar el interés infantil, incluso, inventarles cuentos con las moralejas que queremos inculcarles, resulta un ejercicio tan divertido como ilustrativo.

Las fábulas infantiles fomentan el deseo de aprender a leer. Lo ideal es hacerlo todos los días, procurando que ese tiempo esté lleno de amor y comprensión, a la vez que resulte entretenido. Ello se logra articulando expresiones de humor, empleando diferentes voces y haciendo gestos que lo diviertan.

Pero también hay que saber cuándo parar si ven que el pequeño pierde interés o se muestra cansado. Un infante entrenado puede comprender mejor lo que se le dice y pedir las cosas que quiere. El hecho de ver a su familia ocupada en la lectura, posibilita la imitación y el interés. El adelanto se producirá rápidamente.

Fuente de cultura y desarrollo

En la etapa veraniega se abren espacios para propiciar la lectura, venta de libros y el disfrute de un paseo en familia. Pero de vuelta a casa, y como sucede cada año en la Feria del Libro, aquellas personas que arrasaron con los anaqueles y stands, apenas descargan lo comprado en mesas y libreros, se olvidan de su preciosa carga.

Entonces, ediciones infantiles, como la Edad de Oro, cuentos, diccionarios, láminas, apenas son ojeadas por los niños que, al final, las cogen para recortar o forrar alguna libreta.

Saber leer no es solo la descodificación del lenguaje escrito, es también una fuente de cultura y desarrollo personal, a la par que constituye un vehículo cultural íntimo y portador de saberes disímiles. Por ende, contarles un cuento antes de irse a la cama favorece los mensajes educativos y reafirma hábitos.