Organizado por la Sociedad Cubana de Botánica y el Jardín Quinta de los Molinos de la Oficina del Historiador de La Habana, con el interés de difundir el conocimiento sobre la familia de las orquídeas, se efectuó, en la Quinta de los Molinos, la V edición del Festival de las Orquídeas. Dirigido a instituciones, coleccionistas, investigadores e interesados en esa variedad de flores.

Sus propuestas incluyeron una exposición y concurso de plantas vivas, así como otro certamen de fotografía, conferencias y talleres.

En la Quinta de los Molinos, durante los días del Festival,  los visitantes pudieron apreciar diversas exposiciones relacionadas con las orquídeas, incluidos dibujos científicos, arreglos florales, abanicos alegóricos y platos decorativos, entre otras expresiones artísticas en las que han sido recogida la belleza de esas flores.

Fiesta de las flores.

En el Festival de las Orquídeas se abordaron temas como el estado de conservación de las orquídeas cubanas; especies exóticas invasoras en el Jardín Botánico Orquideario de Soroa, entre otros. También durante los talleres se analizó el cultivo de orquídeas en casa y los arreglos florales con esas plantas ornamentales.

En Cuba se registran 130 variedades endémicas del país, las que pueden encontrarse en varios lugares de forma silvestre, acompañadas por otros ejemplares del área del Caribe y de Suramérica. Sin embargo, muchas se encuentran en peligro de extinción por la intensa recolecta a la que han sido sometidas en los últimos años y otros fenómenos naturales relacionados con el clima que afectan las poblaciones naturales.

Jardín Quinta de los Molinos

Con una extensión actual de 4, 8 hectáreas, en la Quinta de los Molinos se encuentran distribuidas unas ciento setenta especies vegetales, de ellas 14 endémicas de la flora cubana.

En cuanto a la fauna silvestre asociada a la vegetación, habitan más de sesenta y seis especies, de ellas diecinueve de moluscos (siete fluviales y doce terrestres), incluyendo un endémico local, dos de anfibios, ocho de reptiles, treinta y dos de aves (catorce migratorias) y cinco de mamíferos.

Debe su nombre a la existencia en el lugar de dos molinos de tabaco que funcionaron entre los siglos XVIII y XIX, movidos por el agua de la Zanja Real, el primer sistema de acueducto cubano. Una vez desaparecidos los molinos, se trasladó a este sitio el Jardín Botánico de la ciudad y la casa de descanso de los capitanes generales de la Isla en la época colonial. Años después fue residencia del general Máximo Gómez, prócer de la independencia cubana; y luego estuvieron las escuelas de botánica y de Segunda Enseñanza de La Habana, además del Museo Máximo Gómez.

Actualmente el Jardín Quinta de los Molinos recibe los beneficios de un ambicioso proyecto de rehabilitación y de un programa de desarrollo ambiental comunitario, dirigidos por la Oficina del Historiador y la Sociedad Patrimonio, Comunidad y Medio Ambiente.

El programa de desarrollo ambiental comunitario comprende también diseño de servicios de información científico-técnica, cursos de superación y talleres, así como diversas propuestas culturales.

Un lago artificial, pavos reales, fuentes con peces de colores, flores, árboles milenarios poblados de aves cantoras, forman parte de ese Jardín, muestra palpable de biodiversidad.

Hacia la mitad del jardín se localiza un Mariposario que ofrece a la vista un  momento único e irrepetible. Ubicado en una nave de estructura metálica cubierta con malla: un área pequeña de 12 metros por 14 metros, es un espacio cerrado con condiciones de humedad, temperatura y alimentación adecuadas para la exhibición y reproducción de mariposas en un medio natural.

Las mariposas vuelan felices y con orgullo se posan encima de las plantas hospederas y  productoras de néctar, que ellas eligen para su alimentación. En ese maravilloso lugar alberga ejemplares de seis especies autóctonas de la Isla, entre ellas  la conocida cebrita, la Asia moluste, la dria y la danaus.