Todos coincidimos en que la electricidad y la telefonía son avances para la humanidad. Pero una interrogante se impone: ¿Nos afecta esa contaminación no detectable por los sentidos?

Y es que las investigaciones han comprobado que los equipos eléctricos como radio, televisión, secadores de pelo, radio-relojes, computadoras, cables aéreos y redes telefónicas y otros originan radiaciones, que en larga exposición en el ambiente pueden producir daños, tanto en personas como en ecosistemas.

Al principio se creía que dichas radiaciones eran inocuas, pero ya los expertos hablan del síndrome de las radiofrecuencias para referirse a los efectos sobre el cerebro y la presión sanguínea, daños que se manifiestan en alteraciones del sueño, jaquecas, depresiones, cansancio, fatiga crónica, pérdida de memoria y afectación del sistema inmunológico.

 Soluciones posibles

La mayor parte de las personas hipersensibles agravan sus síntomas al exponerse a los campos magnético y electromagnético, procedentes de diversos focos. Por tanto se aconseja alejarse de aparatos con motor, porque aunque no notemos síntomas, su efecto es acumulativo y para muchos organismos es cuestión de tiempo que la exposición supere su capacidad y adaptación. El hecho de que existen respuestas orgánicas diferentes ante un mismo fenómeno, no niega que, paralelamente, aumente el ambiente electromagnético a nuestro alrededor, por el lógico progreso industrial. Los expertos aconsejan reducir al mínimo el empleo de los focos de radiación electromagnética en el interior de la vivienda, o alejarlos; por ejemplo, el radio-reloj a una distancia de  1.5 metros, y también, todo lo que se pueda de la pantalla del televisor.

La polémica electromagnética

No sorprende la discusión que desata el peligro de los campos electromagnéticos y, lógicamente, que los criterios negativos sean sociales o comerciales, contradiciendo los físico-biológicos.

Por tanto, no se avanza lo suficiente en conclusiones acerca de los posibles efectos nocivos de los campos electromagnéticos en los organismos vivos, y sobre todo en la salud humana.

Voces autorizadas en la materia destacan que no hay el debido respaldo de las organizaciones competentes, que incluso tildan de irracional y alarmista las medidas de precaución adecuadas para proteger a las poblaciones.

La polémica electromagnética refleja la posición científica parcial de cada exponente y, claro está, el enfrentamiento entre la ciencia y las posiciones político-sociales.