Los moncadistas salieron de prisión por la acción del pueblo. Foto/Archivo

La Habana, Cuba. – Poco después del mediodía de aquel domingo asomaron -en lo alto de la escalinata de mármol- Fidel y otros 27 de los asaltantes al cuartel Moncada. Atrás quedaban casi 20 meses de reclusión en el llamado Presidio Modelo de Isla de Pinos.

La dictadura batistiana intentó en vano condicionar la amnistía al compromiso de los moncadistas de abandonar su actitud de rebeldía.

A cambio de nuestra libertad no daremos, pues, ni un átomo de nuestro honor, advirtió Fidel. Finalmente la presión popular les abrió las rejas. El confinamiento, el destierro, no pudieron doblegar su espíritu revolucionario.

El 15 de mayo de 1955 Fidel, Raúl, Almeida, Ramiro y otros tantos hermanos tejedores de sueños comunes salieron de la prisión con la renovada decisión de reanudar la lucha por la libertad de Cuba.

El tiempo entre rejas fue apenas una pausa fecunda.

Largo camino de lucha

Mientras los moncadistas recluidos en una sala del hospital del Presidio Modelo elevaban su superación en la que llamaron Academia Ideológica Abel Santamaría, Fidel –aislado en otra área- leía incansablemente. Y entre sus prioridades, la obra de José Martí.

Los meses en presidio le sirvieron para reflexionar mucho sobre cómo encauzar la Revolución. Reconstruyó su alegato de autodefensa en el juicio por el asalto al cuartel Moncada, y valiéndose de ingeniosas maneras el documento conocido como La Historia me Absolverá circuló de mano en mano.

El día de la excarcelación Fidel dio una conferencia de prensa y visitó la casa de los Montané Oropesa antes de abordar el barco Pinero.

Después, el trayecto en tren de Batabanó a La Habana y el apoteósico recibimiento. Con palabra apasionada, Fidel reafirmó la decisión de proseguir la lucha. Mucho quedaba por hacer.