El teatro desde su existencia primigenia ha transitado por diversos senderos. Foto: Tomada de Radio Cadena Agramonte

La Habana, Cuba.- El teatro desde su existencia primigenia ha transitado por diversos senderos. En cada época ha tenido fieles exponentes, que aunque pocos -comparado con otros géneros artísticos- han sabido defender y poner en alto el valor de estas creaciones.

En el siglo XX se destacan varios autores que magistralmente han defendido y promovido el teatro, dígase Dolores Prida, Manuel Martín Jr., José Abreu Felipe, Iván Acosta, René Alomá, Pedro Monge Rafuls, Héctor Santiago, José Antonio Ramos, Virgilio Piñera, Abelardo Estorino, Héctor Quintero, Nicolás Dorr, Antón Arrufat, entre otros.

Varios artistas se enfocan en la familia como núcleo de la acción dramática. El tema familiar tiene una notable presencia y las maneras de abordarlo varían tanto en el contexto nacional como fuera de él, amén de las significativas semejanzas que existen.

La familia como núcleo de la acción dramática del Siglo XX

El tópico de la familia resulta una constante en muchas de las piezas realizadas tanto dentro como fuera de Cuba. El ambiente familiar constituye el escenario ideal para enunciar las problemáticas sociales y generacionales, las crisis existenciales, las mentiras, los silencios y los enfrentamientos. Sin dudas, es un recurso del que se valen muchos autores para plasmar el sentir de la época.

En la Isla, el siglo XX, tras el advenimiento de la República, fue una etapa de grandes incertidumbres políticas y económicas, se impusieron las reflexiones en torno a las problemáticas del individuo, su respuesta y reacción ante el contexto sociocultural específico.

Tembladera (1916-1917) de José Antonio Ramos, Aire frío (1959) de Virgilio Piñera, La Casa Vieja (1964) de Abelardo Estorino y Contigo pan y cebolla (1964) de Héctor Quintero centran sus historias en los conflictos del núcleo familiar desde diferentes perspectivas.

Uno de los grandes clásicos del teatro cubano del siglo XX, es José Antonio Ramos. En Tembladera, como en la mayoría de su producción literaria, reflejó las situaciones sociales y políticas de la Isla. Presenta el tema agrario por medio de un conflicto familiar, fusionando ambos con certera habilidad y cohesión. Ramos disecciona las deformaciones de una familia burguesa. El autor critica los males republicanos, para ello toma como eje la problemática de la propiedad de la tierra y la voracidad del imperialismo norteamericano.

Por otra parte, en Aire frío se narra la historia de una familia de clase media que vive en un mundo de valores en decadencia durante el período republicano. Convertida en una pieza mítica de la escena cubana, el drama ilustra la crisis de los Romaguera, obsesionados con sus frustraciones, prejuicios y sueños. Estorino, describe 18 años de esfuerzos, penurias y deseos insatisfechos que conducen al fracaso.

La obra Contigo pan y cebolla, transida por elementos tragicómicos, nos muestra el ambiente opresivo que se genera en el seno de la familia de Eulalia Fundora. En la pieza se percibe el continuo choque entre anhelo y desengaño, apariencia y realidad, todo ello ratificando la lucha constante por la supervivencia. Eulalia nunca se permitirá fracasar en sus propósitos, a pesar de la difícil situación económica y de que sus intentos sean en vano.

En La casa vieja el conflicto se desencadena a partir del regreso de Esteban, después de catorce años de ausencia, al enterarse de la muerte de su padre. Su presencia propicia que se desaten poco a poco los demonios, insatisfacciones y rencores mantenidos en la casa paterna. Este personaje contrasta con el pensamiento radicado en el seno familiar y constata la necesidad de cambio. En la obra se vislumbra el apoyo e incorporación de Esteban al quehacer revolucionario, frente al estatismo e inmovilidad de su familia, la cual vive colmada de prejuicios y atada a esquemas impuestos por la tradición.

Es innegable la evolución del teatro cubano durante el siglo XX. Varios son los centros de interés que sobresalen en los conflictos familiares: la miseria y precariedad económica; la lucha constante por sobrevivir y obtener una mejor posición social; anhelos que en varias ocasiones conducen al fracaso; las problemáticas generacionales; la atmósfera asfixiante que condena a los personajes; la presencia de individuos que se revelan mientras otros se quedan estáticos y no evolucionan.

Más adelante analizaré ese tópico en la dramaturgia escrita fuera de la Isla, ya que resulta pertinente trasladar la mirada crítica hacia esas producciones. Sería provechoso que futuras investigaciones profundizaran este asunto teniendo en cuenta la riqueza que exhibe.