«Toda creación transforma las circunstancias personales o sociales en obras insólitas. El hombre es el olmo que da siempre peras increíbles». Los Santos Inocentes, de Miguel Delibes Setién.

El relato trata de la “rebelión del inocente”. Foto: iberlibro.com

El relato trata de la “rebelión del inocente”. Foto: iberlibro.com

Cuando pienso en la pérdida de valores me remito inmediatamente a la literatura. Es difícil que un libro modifique la organización y modo de pensar de toda una colectividad, pero confío plenamente en la transformación de un lector solitario que, íntimamente identificado con la lectura, considere abrirse a nuevas posibilidades para el desarrollo de su integridad personal.

Con más de 300 000 ejemplares vendidos y 53 ediciones, Los santos inocentes, de Miguel Delibes Setién, se ha convertido ya en un clásico de nuestros días. La obra, concebida en 1981 y llevada al cine tres años después, constituye un relato a un tiempo realista, poético y trágico del ambiente rural de la España de los años sesenta.

El tema de la novela, a grandes rasgos, es el desamparo social que sufren los campesinos ante las injusticias del mundo latifundista, pero es más que eso. El lector se preguntaría entonces qué podría haber más allá de una novela tradicionalista y qué elemento innovador diferenciaría a Delibes de los otros autores del género. Sin pretender agotar aquí todas mis interpretaciones sobre lo anteriormente planteado, no puedo dejar de mencionar que estamos ante un autor cuya última intención sería situarse en la posición de quienes defendían activismo partidista alguno. El relato trata de una rebelión, es cierto, pero de la “rebelión del inocente”.

Es así como se nos presenta el argumento de la siguiente manera: Azarías es un campesino  que lleva a cabo sencillas tareas rurales en la Jara, un latifundio enorme. Cuando el dueño lo expulsa debido a su falta de higiene y mesura para hacer los trabajos, se va a vivir bajo el amparo del matrimonio de Paco y Régula, esta última su hermana y madre de cuatro hijos. Las situaciones se agudizan por la llegada del nuevo inquilino y a partir de aquí la vida en el cortijo comienza a complejizarse para todos.

Entramado social

Trasluce a lo largo del libro el perfil humano de los personajes, el paisaje o marco en que se sitúan los hechos, el enfrentamiento de pasiones, no del amor, no del odio, sino de las distintas concepciones con que es asumida la existencia. Asimismo nos deslumbra Delibes con temas como la educación de los pobres, el espíritu cristiano en la España franquista, la formación religiosa de los jóvenes o la necesidad del contacto con lo natural.

La estructura del volumen está forjada de manera tal que cada una de sus partes pueden ser leídas independientemente como un relato. Delibes ha denominado a cada porción “Libro” y cada parte va a referirse a la realidad puntual de un personaje. Es así como obtenemos en un primer momento, el diseño de Azarías:

El Azarías vagaba de un lado a otro, los remendados pantalones de pana por las corvas, la bragueta sin botones, rutando y con los pies descalzos (…)

Ahora bien, esa condición de hipermarginado no lo convierte en un absoluto manual de frases sin concordancias. En sus aristas más íntimas, en sus costados más individuales, este hombre deviene personaje repleto de matices y claroscuros en los cuales no difiere-dicho sea- del resto.

Con gran majestuosidad se va delineando el  profundo entramado caracterológico de los otros tipos humanos. El señorito Iván, expresión de la máxima brutalidad, no tiene inconveniente en humillar a sus subordinados y de manejarlos a su antojo. Sin embargo el autor ha querido dejarnos un claro mensaje cuando pinta a la nobleza. Por su parte, la señorita Mirian posee conciencia social entre los acomodados, acompaña a Azarías a conocer ese mundo que los demás de su clase ignoran o pretender no ver. Así, en un pasaje del libro cuarto donde La Marquesa y la señorita Mirian se encuentran a Régula y Azarías, a la señora parece no gustarle el aspecto que mantenía este último:

¿De dónde lo sacaste? está descalzo (…) edad ya tiene para dejar de trabajar, ¿no estaría mejor recogi­do en un Centro Benéfico? (…)

A lo que la muchacha responde conscientemente:

Después de todo, mamá, ¿qué mal hace aquí? en el cortijo hay sitio para todos (…) yo creo que hace bastantes cosas, mamá, ¿no te parece? (…)

Mirian es, sin duda alguna, un instrumento de Delibes para advertirnos que en un mundo de vanidad y egocentrismo no todo está perdido. Subyace tímidamente una esperanza que, materializada en la jovencita, permitirá al lector asimilar desde otra perspectiva  menos absolutista y arbitraria la imagen de la clase dominante, tan presta históricamente a interpretaciones  extremas.

¿Qué final se impondrá para tanta injusticia? ¿Lograrán limarse las diferencias entre clases sociales o tendrá que restaurarse el orden a través de una pugna que resuelva tan precaria situación?

Excelente opción para los amantes de las letras

Sin más introducción, les exhorto a leer esta admirable novela cuyo  resultado es un libro lleno de precisión y de entusiasmo, de credibilidad y de hermosura, donde Delibes trae a la vida un fresco nebuloso y absorbente. La última pincelada es el aspecto indiscutible que permite encuadrarla, tal vez no como una forma de venganza irracional, sino como un grito de emancipación; la fuga de una irreductible isla de inocencia, un acto de estricta justicia; aquella que algunos hombres niegan a los de su propia especie.