La televisión y la música cubana necesitaban de un espacio como este. Foto: tvcubana.icrt.cu

“Mamá yo quiero saber/ de donde son los cantantes/ que los encuentro muy galantes/ y los quiero conocer/ con su trova fascinante/ que me la quiero aprender./ ¿De dónde serán? Ay mamá./ ¿Serán de la Habana? /¿Serán de Santiago?”/

 Como se había anunciado desde el pasado año, el show de participación Sonando en Cuba volvió a las pantallas del archipiélago, ahora en su segunda temporada.

El primer mérito de esta nueva etapa es haber intentado mejorar muchos de los señalamientos que el público y la crítica especializada le hicieran en su primera propuesta,  de ahí derivan todos las virtudes y las nuevas propuestas de esta edición, que indudablemente está más acabada que su predecesora.

Una vez más Sonando en Cuba apostó por la música nacional, algo que era sumamente necesario, teniendo en cuenta que los jóvenes desconocen muchas de las joyas musicales del país, además, la nación atraviesa por una de las etapa más bajas en lo que respecta a la composición musical.

La influencia de la industria cultural, el seguimiento de patrones estéticos del exterior, la subvaloración de las raíces autóctonas, la falta de producciones para contribuir a la educación musical de los cubanos y la comercialización de melodías banales, son algunos de los factores que han influido en “la crisis actual de la música cubana”, como dijera Edesio Alejandro en una entrevista que se le realizara en el programa.

En este sentido, la variación con respecto al año anterior es que “el programa no se limita solamente a la música popular bailable y abre oportunidades a otros géneros cubanos”, afirmó el director de Ventas y Producción de RTV Comercial, Alejandro Sánchez Agüero, en una conversación publicada por el Portal de la Radio Cubana

En esta ocasión la escenografía fue uno de los grandes aciertos, “a la altura de los shows de participación del mundo”, comentó un grupo de personas en la calle. Un mejor diseño e iluminación del set eran deudas de la primera temporada que fueron saldadas con creces.

La producción de RTV Comercial es digna de todo el reconocimiento por el destacado trabajo que se ha realizado con la imagen de los concursantes. Desde hace años la televisión nacional debía cuidar más ese elemento que se proyectaba al mundo de los cubanos. En este sentido, el programa ha sido cuidadoso con el vestuario, los peinados y el maquillaje.

Muy acertada puede catalogarse la inclusión de Jorge Martínez y Yasbel Rodríguez en la conducción, el primero muy carismático y querido por la audiencia cubana, también y la otra  ha asumido con decencia al reto, mostrándose muy fluida y segura en el escenario. Ambos transmiten muy buena energía en pantalla y demuestran que tienen dominio de la música cubana (sobre todo Jorgito)

Los tres jurados de esta edición: Paulo FG al frente de la zona oriental, Haila María Mompié en el centro y Mayito Rivera por el occidente, tienen décadas de trabajo dedicadas a los ritmos cubanos y son voces muy reconocidas en el archipiélago.

Sin embargo, preparar a los jóvenes talentos es una tarea compleja, para la cual no siempre se está calificado, ellos necesitan, ofrecer indicaciones precisas, cuidar la elección de los temas que les dan a los muchachos, y ser muy éticos entre ellos. Los tres son excelentes músicos que indudablemente, pueden enseñar y sugerir más para que los concursantes muestren lo mejor.

Es innegable que los realizadores, productores y directores del país todavía no han recuperado la “cultura de programas de participación” que existía en el país antes y en los primeros años del triunfo de la Revolución. Debe perfeccionarse las oportunidades de interacción del público con el programa, es necesario que las cámaras no olviden a los invitados, las reacciones del público son un importante recurso televisivo muy empleado en el mundo.

La música utilizada cuando los coachs deliberan también pudiera mejorarse, pues transmite una idea de miedo, cuando de lo que se trata –aunque sea un concurso- es de que los participantes mejoren con sus lecciones.

La televisión y la música cubana necesitaban de un espacio como este, que demostrara, en primer lugar, que aquí también hay talento, aunque todo es perfectible e indudablemente muchos elementos todavía deben mejorar en aras de lograr esa originalidad que se persigue y a veces no se logra. La segunda temporada de Sonando en Cuba: no es el final, pero si un comienzo mejor que el anterior.