Cuando el calendario marca el seis de agosto, la humanidad recuerda uno de los hechos más graves y tristes ocurridos en su historia.

En 1945, aviones de los Estados Unidos de Norteamérica dejaron caer su mortífera carga de bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en un inigualable acto de crueldad.

Desde la nave aérea Enola Gay se lanzó en paracaídas la primera bomba, que explotó a 580 metros del suelo y se estima que al momento murieron entre 60 mil y 80 mil personas.

Periódicos de la época registraron 135 mil seres humanos muertos a largo plazo por la radiación, que causó diversas enfermedades irreversibles.

El gobierno de Estados Unidos fue culpable

Al ocurrir el deceso del presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, en abril de 1945, Harry Truman fue su reemplazo. No dudó en ordenar el bombardeo a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, los días seis y nueve de agosto.

Desde entonces, la política de Estados Unidos fue la de atacar, invadir e imponer un gobierno de ocupación en Japón, bajo el mando del general Douglas Mac Arthur, que duró siete años.

Aunque se considera que la Segunda Guerra Mundial fue uno de los acontecimientos más graves ocurridos en el mundo,  el bombardeo a esos territorios, con el que se puso fin a la conflagración, marca un antes y un después en la existencia de millones de seres humanos.

Que no se repita el holocausto

Para recordar a las víctimas de los bombardeos ocurridos en agosto de 1945, desde el año 64, se prendió la Llama de la Paz en la ciudad de Hiroshima.

Sus habitantes afirman que solo la apagarán cuando el mundo esté libre de armas nucleares, lo que constituye una condena a ese tipo de armamento.

Poco después del triunfo de la Revolución Cubana, el Comandante Ernesto Che Guevara fue a Hiroshima, como parte de una visita  a  varios países asiáticos  y homenajeó a las víctimas del bombardeo.

También, en un recorrido por naciones del área, el Comandante en Jefe, Fidel Castro, llegó hasta la Llama de la Paz y escribió en el libro de visitas que hacía votos porque “jamás vuelva a repetirse semejante barbarie.”