Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos sufrieron otro golpe esta semana con la controvertida decisión del Gobierno de Donald Trump de imponer nuevas restricciones a los viajes de los estadounidenses a la Isla.

El Ejecutivo del mandatario republicano, empeñado en escuchar solamente a un grupo reducido de legisladores cubanoamericanos y funcionarios de línea dura, volvió a dar la espalda a las numerosas voces que dentro del país norteño demandan la libertad de viajar a la mayor de las antillas.

Los estadounidenses tienen vetado arribar a Cuba como turistas, y en la actualidad solo pueden venir bajo 12 categorías, entre ellas las visitas familiares, apoyo al pueblo, y actividades periodísticas, religiosas o educativas.

El Gobierno del mandatario republicano decidió recrudecer las limitaciones, pues prohibió los viajes educativos grupales pueblo a pueblo.

Afectaciones para cubanos y estadounidenses

Las medidas que entraron en vigor el 5 de junio pusieron fin a la que se convirtió en la vía de viaje de más rápida expansión entre los estadounidenses para dirigirse a la nación antillana: los recorridos en crucero.

La Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio dio a conocer que se limitarán los tipos de aeronaves y embarcaciones autorizadas para dirigirse al territorio caribeño en una estadía temporal.

Los aviones privados y corporativos, los cruceros, los veleros, los barcos de pesca y otros aviones y embarcaciones similares en general tendrán prohibido ir a Cuba, indicó un texto de esa entidad.

Las compañías Norwegian, Carnival y Royal Caribbean anunciaron la cancelación de sus paradas en Cuba y la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros comunicó que las medidas del ejecutivo de Trump afectaron a casi 800 mil reservas de pasajeros programadas o en curso.

Respaldo internacional a Cuba

Las nuevas restricciones recibieron de inmediato el rechazo de miembros del Congreso estadounidense, grupos empresariales, autoridades locales y organizaciones favorables a la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Muchas de esas voces condenaron el impacto negativo que esas limitaciones tendrán sobre el pueblo cubano y las empresas de la nación norteña.

Llamaron la atención sobre la postura hipócrita de la administración Trump, pues el presidente sostiene que su creciente hostilidad contra la Isla se adopta en apoyo al pueblo cubano, cuando en realidad cada una de sus regulaciones perjudica a los habitantes de la mayor de las Antillas.

La representante demócrata por Florida, Kathy Castor, expresó que la política de Trump impone un alto precio a los propietarios de pequeñas empresas y emprendedores en Cuba, a las familias y a la libertad de los estadounidenses para viajar.