Bayamo, Cuba.-

Bayamo, Granma.- La primera Plaza Cubana denominada como de la Revolución hace 150 años en el centro histórico de Bayamo, acoge el acto político cultural por los 200 años de Pedro Figueredo, Perucho.

El tributo incluye ofrendas florales en las bases de la estatua de Carlos Manuel de Céspedes y del Busto del autor del Himno Nacional, así como la cancelación de un sello por el bicentenario del ese bayamés.

Al patricio se dedicó anoche la velada En marcha hacia la victoria, protagonizada por artistas de Granma y Holguín, en la Plaza del Himno Nacional, donde hace siglo y medio, el pueblo estrenó la letra de la marcha guerrera La Bayamesa, devenida Canto Patrio.

El legado de Perucho y aspectos del proceso conformador de la nación cubana, centraron la conferencia impartida por el Doctor Eduardo Torres Cuevas en Bayamo.

Cuba lo prefiere guerrero

El bayamés que apoya una hoja de papel en la pierna cruzada sobre la montura del caballo, escribe estrofas de cuatro versos decasílabos, y parece como si los grabara a fuego en el pecho de los cubanos. Toda la pasión de un anhelo se resume en esas letras.

De esta manera, el imaginario del pueblo prefiere recordar al hombre que los dotó de una espada para el combate. Aunque en la realidad no haya sucedido así.

La memoria agradecida lo quiere guerrero, porque la exhortación contenida en el poema es un himno patriótico, un canto para fundar. El autor se nombra Pedro Figueredo, y cumple la esperanza de un país todavía por construir. A su lado marcha su hija Candelaria, abanderada de la tropa. Entran victoriosos en Bayamo el 20 de Octubre de 1868, con Céspedes al frente. Cuba se funda con el triunfo de las armas y de la cultura. Perucho Figueredo sintetiza el momento.

Morir por la Patria es vivir

El doctor Pedro Figueredo había nacido en febrero de 1818. De abogado y notable animador cultural de las tertulias en Bayamo y Manzanillo, llegó a alcanzar, por su fidelidad y consagración a la lucha independentista, los grados de Mayor General del Ejército Libertador.

Una frase lo inmortalizó: Yo me uniré a Céspedes y con él marcharé a la gloria o al cadalso. DOS años después, las armas colonialistas lo fusilan en Santiago de Cuba, descalzo y con los pies llagados, pero con la Patria asumida como la más sagrada riqueza.

Pedro Figueredo, Perucho, es arrojado a una fosa común nunca identificada. Sin embargo, cabalga en nuestro Himno Nacional, su obra más grandiosa. Aquella que un 20 de Octubre estrenara como se estrena una Patria, nueva y sin grilletes. Resulta coherente pensar que Perucho cayó a tierra recitando su verso: Morir por la Patria es vivir.

Por: Saturnino Rodríguez