Miguel Barnet. Foto: Cortesía del evento.

Miguel Barnet. Foto: Cortesía del evento.

La Habana, Cuba.- “Siempre me he sentido un discípulo y nunca un maestro”, afirmó el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, (UNEAC), Miguel Barnet, al participar en el espacio Encuentro con…, en el Pabellón Cuba, donde se refirió a lo que significó para él la distinción Maestro de Juventudes que le otorgó la Asociación Hermanos Saiz (AHS).

Aunque Barnet no se considere un maestro, todos los años que ha dedicado al estudio de la identidad y de la cubanía y los innumerables aportes que ha hecho a la cultura del archipiélago le hacen merecedor de ese reconocimiento.

Barnet junto al presidente cubano. Foto: Cortesía del evento.

Barnet junto al presidente cubano. Foto: Cortesía del evento.

El autor de Biografía de un Cimarrón, invitado del espacio Encuentro con… que tiene lugar todos los jueves en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, argumentó acerca de algunas de sus experiencias de vida y sobre lo que significa ser cubano.

Ser cubano es tener vocación de cubanía. El cubano es cubano porque nunca ha tenido prejuicios, siempre ha estado abierto a todas las influencias; nacimos con vocación de universalidad”.

A sus casi 80 años, el fundador de la Academia de Ciencias de Cuba, continúa confiando en los jóvenes  y la prueba es que, como afirmaran miembros de la AHS presentes, nunca antes la organización había estado tan hermanada con la UNEAC.

Barnet junto al Héroe de la República de Cuba. Foto: Cortesía del evento.

Barnet junto al Héroe de la República de Cuba. Foto: Cortesía del evento.

Quizás por eso, y por el amor y el sentido de pertenencia que le profesa Barnet a nuestro país, “le duele” que muchos jóvenes no tengan un proyecto de vida, porque la gente como él, maestro en no renunciar a los cargos que tiene, en entregarse a su trabajo, en cultivarse, no concibe una vida que no esté dedicada a sembrar, a mejorar, a crear algo bueno y nuevo. Tal vez por ello explicó que “uno no debe renunciar nunca a lo que le gusta”.

Intercambiar con Barnet y no hablar, aunque sea un instante de Don Fernando Ortiz, es casi un sacrilegio. La amistad y el interés por el conocimiento que los unió hasta la muerte del Tercer descubridor de Cuba son razones más que suficiente para que Barnet siempre lo tenga presente. Sin embargo, hay más que eso, “toda la vida he puesto alfombra roja a mis maestros”, explicó.

La poesía

4Antes de finalizar el encuentro fue protagonista la poesía, género que, al decir Barnet, es el más difícil. “Siempre tuve necesidad de escribir poemas porque es un reto”, comentaba sonriendo, como quienes disfrutan los desafíos y han logrado afrontarlos con éxito.

Se despidió con un poema, o más bien dicho, con una declaración de fé que arrancó los aplausos de todos, con el título Empujando un país.

 Yo soy el que anda por ahí

empujando un país

No es una fantasía, es cierto,

me he pasado la vida empujando un país

 

Con grandes piedras del camino

y mis zapatos gigantes

he ido poco a poco empujando un país

 

Contra los grandes vientos

y la noche que chirría en sus goznes,

contra la falta de oxígeno

y los malos presagios

he hecho lo indecible por empujar un país

 

Pero hay muchas otras cosas que hacer

como amar en lo oscuro,

sin paredes por cierto,

o desgranar el arroz cotidiano con sabor a coleópteros,

o limarse las uñas frente a un espejo de azogue,

o jugar a la pelota

con los niños estrábicos del barrio

 

Así que perdonen si no escucho

Las quejas de mis contemporáneos

Yo no puedo hacer otra cosa

que seguir empujando un país