Por Dachely Almeida

Mientras los resultados de las encuestas sobre  el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, están por debajo de lo que cabría esperarse de un líder que dirige una economía próspera, este martes el mandatario pronunció su primer discurso de la Unión, volcado a engrandecer la gestión en su año de mandato.

Con un tono patriotero y militarista, el jefe de la Casa Blanca presumió de las impopulares propuestas migratorias que está impulsando en el Congreso y las reformas económicas que, de acuerdo a los analistas internacionales, sólo aumentarán el clima divisionista y la desigualdad de ingresos en ese país.

Trump celebró como suyos los triunfos que encaminó su predecesor, Barack Obama, respecto a ciertas mejoras económicas y menores índices de desempleo.

El magnate afirmó: Este es nuestro nuevo momento estadounidense. Nunca hubo un tiempo mejor para empezar a vivir el sueño americano.

El espejismo América First

Cabe preguntarse si el nuevo momento estadounidense beneficiará a la mayoría o si el multimillonario sólo se refirió a la élite que protege.

Irónicamente, la promesa de tender una mano abierta para negociar sobre inmigración – una de las mayores capas del país- estuvo rodeada de filosas referencias a la criminalidad de los inmigrantes.

Consecuente con su polémica política exterior, Donald Trump presumió de las duras sanciones impuestas a Venezuela y dejó clara la voluntad de mantener abierta la ilegal base naval de Guantánamo.

Asimismo insistió en la construcción del muro en la frontera con México, en mantener la presión sobre la Corea Democrática y señaló nuevamente a China y a Rusia  como rivales.

Aunque en su particular recorrido por el mapa mundial, Trump olvidó mencionar a las vecinas familias puertorriqueñas, que desprotegió tras el paso de los huracanes Irma y María.