El Senador Marco Rubio se autoerigió abanderado de una causa anticubana que daña a sus propios votantes en Florida

El Senador estadounidense Marco Rubio tiene obsesión con Cuba aunque nació en Miami, 13 años después del triunfo de la Revolución.

Desde que la administración Trump entró en la Casa Blanca, Rubio se autoerigió en abanderado de una causa anticubana que daña a sus propios votantes de la Florida.

Muchos dicen que encontró la fórmula para obtener de la presidencia casi todo lo que quiere, pero lo cierto es que ha puesto muchos palos en las ruedas de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Muchos dicen que Marco Rubio encontró la fórmula para obtener de la presidencia casi todo lo que quiere

Ahora mismo, Rubio arremetió contra La Habana aprovechando al Comité de Relaciones Exteriores del Senado, un órgano con una larguísima lista de chantajes contra la diplomacia norteamericana.

En esa misma instancia, que ahora ataca a Cuba, se impidió el nombramiento como embajadores, en México de Roberta Jacobson, o en La Habana de Jeffrey Di Laurentis.

Jeffrey Di Laurentis y Roberta Jacobson durante una de las conversaciones Cuba-Estados Unidos, en La Habana

El pensamiento ultraderechista del senador Marco Rubio lo lleva a pedir la degollina de Cuba. Él sigue enclochado en culpar al gobierno cubano de los supuestos ataques a diplomáticos norteamericanos, porque es la fórmula que encontró para tratar de romper las relaciones entre La Habana y Washington.

Es una receta coherente con las intenciones de la Administración Trump de darle marcha atrás a todo lo que hizo Barack Obama. Pero en realidad, lo que quiere Rubio es acabar con la Revolución Cubana.

En su obsesión, él quisiera que los alegados daños a la salud de los diplomáticos estadounidenses fueran una justificación al estilo del acorazado Maine para ver después a los marines asaltando el muro del Malecón. Quiere liquidarnos y ese, no otro, es el sueño incumplido de Marco Rubio.