Éste ha sido un año de fuertes tensiones para Cuba. Muy duro fue el impacto del huracán IRMA, que en septiembre devastó casi toda la costa norte del país.

Si bien en el primer semestre la economía había reportado un crecimiento de 1.1 por ciento, los expertos plantean que será muy difícil mantener el estimado anual. Cuantiosos daños materiales se registraron en sectores clave como la agricultura, el turismo y la industria azucarera.

Bajan las exportaciones, y se reducen drásticamente las importaciones. Otro elemento conspira en contra: la caída del suministro de petróleo por Venezuela, enfrentada a una creciente guerra económica atizada por Estados Unidos y sus más fieles aliados en su afán por destruir la Revolución Bolivariana y Chavista.

Este año Cuba ha tenido que lidiar frente a tales adversidades, a las cuales se suma el retroceso en las relaciones con Washington.

Cuba es intocable

Con sus ínfulas de nuevo emperador, el presidente estadounidense Donald Trump regresa a la política hostil e infructuosa frente a Cuba, con el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero, y el freno a los discretos avances hacia la convivencia civilizada entre los 2 países.

Pero Cuba sabe de resistencias heroicas. Y también de sueños posibles. Son componentes de la sangre de su pueblo, heredados de José Martí y Fidel Castro.

Ellos supieron inculcar que la reciedumbre y la tenacidad son armas mortíferas frente a cualquier intento por cercenar la unidad y hacernos claudicar.

Disímiles son los factores adversos que enfrenta hoy Cuba. Pero hace suya la sentencia del Apóstol de que la grandeza está en la verdad, y la verdad en la virtud.

Ese espíritu, ese temple, han sostenido a la Revolución Cubana, martiana y fidelista, contra viento y marea. Así seguirá siendo.