La Habana, Cuba. – Para un observador poco informado resulta quizás extraño que los cubanos sigamos levantando la voz contra el bloqueo.

¿Acaso no se restablecieron las relaciones diplomáticas con Estados Unidos? ¿No vino Obama a La Habana en plan de seductor? ¿No se han firmado algunos acuerdos después de medio siglo de hostilidad? ¿Washington no ha aprobado cinco paquetes de medidas para modificar el bloqueo?.

Todas esas preguntas tienen cierta lógica, pero parten de una premisa equivocada, pues, después de más de medio siglo, el cerco tendido alrededor de Cuba se mantiene tan intacto como el primer día.

Cerca de un millón de millones de dólares han sido las pérdidas acumuladas ocasionadas a nuestro país y cada segundo esa cifra crece en una espiral hasta ahora imparable que, más allá de los números, incide sobre la vida cotidiana de todos los cubanos.

Sin modificaciones

Que Obama haya dicho que el bloqueo contra Cuba es una política obsoleta y fallida, no ha significado el fin de la hostilidad.

Prácticamente nada ha cambiado en ese sentido y si algo se ha modificado ha sido para apretarnos más las tuercas.

Recuerde que a la Ley Torricelli  de 1992, le siguió la Helms-Burton cuatro años después y sucedió lo que parecía imposible: se recrudeció el cerco para asfixiar a nuestro país. Y eso no fue lo último porque después, en 1999 y en el 2000, se aplicaron otras legislaciones que hicieron más tupida la red que nos envuelve.

Obama protagonizó un inédito acercamiento a Cuba, pero sus decisiones en ese sentido han sido tibias pues conserva facultades para vaciar de contenido buena parte del bloqueo, una política aún en pie que genera, y generará, la protesta permanente de los cubanos