A pesar de que aún las fuerzas militares locales y sus aliados mantienen operaciones de limpieza y desalojo de efectivos terroristas en varios puntos del país, lo cierto es que Siria se aboca cada vez más a una paz que le es necesaria y urgente, y que es fruto de la resistencia de su pueblo y de la solidaridad externa.

Ciertamente, luego de más de un lustro de agresión foránea urdida por Estados Unidos y sus socios occidentales, el sionismo y los grupos extremistas del autodenominado estado islámico, el gobierno legítimo de Bashar Al-Asad se mantiene en su puesto.

Al-Asad ha encabezado el duro enfrentamiento a los agresores, y hoy trabaja aceleradamente en la recuperación de un país devastado y con una población lacerada por la violencia impuesta por los intereses hegemonistas globales.

Firme avance

El apoyo militar de Rusia ha sido vital para prevalecer sobre los grupos fundamentalistas en Siria.

Según las informaciones provenientes de Siria, sus fuerzas armadas, con el apoyo de Rusia, Irán y el Hizbolá libanés, consolidan los constantes triunfos sobre los grupos terroristas.

A la vez, establecen una política de alto el fuego que crea un importante espacio a la recuperación de poblados y ciudades; y favorece el apoyo humanitario a aquellos ciudadanos afectados por los combates.

Por demás, vale indicar que los sólidos avances en el campo militar a cuenta de Damasco y sus aliados han tronchado casi por completo las aspiraciones hegemónicas de hacer de Oriente Medio y Asia Central un espacio para el ejercicio de una nociva geopolítica imperial.

Con el revés recibido en Siria, a Estados Unidos le será un tanto difícil el desmembramiento de un área codiciada en todos los sentidos.

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