La ola neoliberal parece no tener fin en una administración rechazada por casi el 95 por ciento de los brasileños.

El gobierno de Michel Temer acaba de anunciar una ola de privatizaciones que es la mayor realizada en Brasil en dos décadas.

Más de 50 activos estatales se pondrán a la venta o su gestión será cedida al sector privado, entre ellos Electrobras, la más grande empresa eléctrica de Latinoamérica.

Compañías públicas, terminales aeroportuarias, líneas eléctricas y autopistas forman parte del programa privatizador con el que se espera recaudar unos 14 mil millones de dólares para taponear el agujero en las cuentas públicas del país.

El plan supone otro timonazo en el giro a la derecha que vive Brasil después de la destitución que el pasado año acabó con la presidencia de Dilma Roussef y puso fin al gobierno del Partido de los Trabajadores.

La ola neoliberal parece no tener fin en una administración rechazada por casi el 95 por ciento de los brasileños.

De derecha a izquierda

Los dos mandatos presidenciales de Fernando Henrique Cardoso, del 95 al 2003, significaron la privatización de unas 80 empresas estatales brasileñas.

Esa ola neoliberal solo se contuvo con la llegada al poder de Luiz Inacio Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores.

Precisamente, Lula recorre ahora el país en la llamada Caravana de la Esperanza, una acción en la que saca músculo político de cara a las elecciones presidenciales del año próximo. De esa forma, el ex mandatario entra en contacto directo con el pueblo, principalmente con aquel que vive en el interior del país.

Lula vuele a los orígenes y trae a la actualidad sus políticas públicas que transformaron el país, al tiempo que de paso enfrenta, sin decirlo, el programa gubernamental de privatizaciones, otro plan que es para temer.