El gobernador Ricardo Roselló mantiene diferencias con Trump

La Habana, Cuba. – Cuando dos depredadores se enfrentan, no lo hacen porque uno pretenda desguazar a la víctima y el otro se empeñe en defenderle la vida. El asunto solo se reduce a ver quién definitivamente se la engulle.

Y según el criterio de este autor, algo de eso viene sucediendo en el pretendido diferendo entre la actual administración de Puerto Rico, encabezada por el gobernador Ricardo Roselló, y el presidente norteamericano, Donald Trump. Y todo viene por las quejas del gobernador boricua a partir de la ridícula e ineficiente ayuda de Donald Trump a la Isla, el fin de ese supuesto apoyo que acaba de esbozar el también magnate inmobiliario, y sus recientes alusiones a que no apoyará la anexión definitiva de Puerto Rico a Estados Unidos hasta que la Isla no cuente con un liderazgo competente.

Mascarada total

En cuanto a los pretendidos del inquilino de la Casa Blanca respecto a Puerto Rico, de andarse por las ramas en lo que si pasa o no a la Unión, Ricardo Roselló se puede haber convertido de la noche a la mañana en un adalid de la nación boricua.

En este sentido ojalá sería para defender su integridad y sus valores locales, pero en realidad no pasa de ser un absoluto partidario del fin para Puerto Rico del actual statu de Estado Libre Asociado, y su inmediata conversión en el Estado número 51.

Así tendrían similares derechos que los restantes ciudadanos estadounidenses. Desestimado de calle por el gobernador colonial está, desde luego, el transformar la Isla en un país independiente, donde un pueblo libre y de raíces absolutamente caribeñas y latinoamericanas, edifique por sí mismo su presente y su futuro.

El asunto es ser gringos totales y todo irá bien.