La Habana, Cuba.-  Ante un cambio de gobierno en Washington cuya característica es hasta hoy la inestabilidad en sus criterios, viene como anillo al dedo que otro gobierno experimentado como el ruso coloque bien claras sus prioridades y la agenda sobre la que deben basarse las relaciones mutuas.

Porque si bien es cierto que Donald Trump ha expresado en más de una ocasión que prefiere vínculos de entendimiento con el Kremlin, por otro lado ha dicho que las actuales sanciones económicas y diplomáticas de Washington contra Moscú se mantendrán hasta tanto el gobierno de Vladímir Putin haga esfuerzos por calmar la tensa situación con Ucrania y le restituya la península de Crimea. Criterios que, por resultar  tan sensibles, debieron ser más pensados y analizados a la luz de la realidad.

Verdades concretas

Lo cierto es que el regreso de Crimea a Rusia resultó un proceso totalmente claro, justo y viable, a la luz de sus propios orígenes y antecedentes, y el rotundo deseo del  97 por ciento de los ciudadanos de la península, expresado en las urnas.

De manera que, como reiteraba el Kremlin en nota oficial sobre el tema, el estatus de Crimea es un asunto interno ruso que no debe ser ni será discutido con ningún interlocutor externo.

Y es que, como apuntan analistas, si se pretende cuestionar la integridad  territorial de Rusia, algunos deberían ser más que prudentes, sobre todo cuando se trata de naciones cuya geografía ha crecido a cuenta del más colosal despojo de los vecinos. Además, de las oportunistas guerras de rapiña que propiciaron la anexión de territorios ajenos a viva fuerza. 

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