La Habana, Cuba.- Hace unos días la presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos de Cuba, Inés María Chapman, alertaba sobre la incidencia de la sequía en el país, un fenómeno que cada vez aparece más rápido y con una duración mayor.

Si antes se presentaba como promedio cada cinco años, ahora apenas transcurren tres y además la persistencia es más extendida en el tiempo.

Como Cuba es un archipiélago largo y estrecho, sin grandes ríos, la disponibilidad de agua depende de manera exclusiva del comportamiento de las lluvias, que cada vez son más escasas como resultado del cambio climático.

Además, para recuperar las cuencas acuíferas se necesita que llueva bastante, no que caiga una llovizna pasajera, ni siquiera un aguacero fuerte. Hacen falta precipitaciones sostenidas que permitan rellenar las fuentes, un proceso natural que demora varios días.

Ahorrar para que dure

Aunque 11 provincias cubanas tienen hoy los embalses por debajo de la mitad de la capacidad de llenado, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba y Guantánamo son los territorios más golpeados ahora por un fenómeno que no parece ceder a corto plazo.

No solo la agricultura depende del agua, sino que ese elemento es imprescindible en varios procesos productivos y en general en la vida diaria.

Por eso, el ahorro es imprescindible sobre todo en casa, donde se concentra el 19% de las pérdidas, el mayor porcentaje del agua que se desperdicia.

Hay que prepararse entonces para enfrentar la sequía como mismo se hace cuando se acerca un ciclón, porque la falta de agua provoca un daño similar o quizás mayor, aunque sea un fenómeno que no hace ruido y llega como un enemigo silencioso.

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