La reciente gira del secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson por varias naciones latinoamericanas tiene varios intereses.

El primero, reacomodar los vínculos de Washington en una región que quiere mantener como su traspatio intocable, y donde China y Rusia ganan influencia.

A la vez, busca fortalecer la injerencia contra las naciones del área con gobiernos progresistas que defienden la independencia frente a la Casa Blanca.

En este último apartado, tiene lugar preferente el interés de seguir apretando las tuercas contra la Venezuela Bolivariana para destruir el proceso iniciado por el desaparecido Hugo Chávez, y reconvertir a ese país en un espacio geoenergético y geopolítico clave en el interés de domeñar de forma exclusiva a toda la región y deponer “la actual influencia externa”..

A cara descubierta

Lo característico de los funcionarios de la actual administración norteamericana es el sucio desenfado con el cual hablan y planean contra aquellos que consideran incómodos a sus intereses.

Así, Rex Tillerson no ha reparado en ningún límite diplomático para indicar que espera cambios sustanciales en Venezuela, y hasta predicar una posible acción militar anti chavista o la aparición de candidatos presuntamente “diferentes” para intentar ganar la jefatura del país en las próximas elecciones generales.

Por demás, alabó el multiplicado cerco económico contra el pueblo venezolano como medio de vencer su resistencia, y exhortó a otros pretendidos “gobiernos amigos” del hemisferio a unirse a los Estados Unidos en semejante cruzada intervencionista.

En fin, pura agresión sin recato alguno.