En lo político, la Unión Europea tendrá ahora que dar una respuesta firme a la anunciada salida británica. Foto: BBC

La anunciada salida de Gran Bretaña de la Unión Europea ha puesto al bloque comunitario al borde de un ataque de nervios. Como saben todos los que se han divorciado, una separación es siempre dolorosa al principio, pero en este caso el dolor se mantiene más tiempo si se conoce que la economía británica es la quinta del mundo, solo superada por Estados Unidos, China, Japón y Alemania, en ese orden.

La amputación de ese importante miembro significará una disminución del peso económico del bloque comunitario, que en adición vive horas negras por el impacto de una crisis que parece inacabable.

Por otro lado, será largo el proceso hasta la salida efectiva de Londres y el establecimiento de una nueva relación estable con la Unión Europea, un camino lleno de incertidumbre que podría impactar de manera negativa en las economías de los 27 estados restantes.

Cerrar la puerta

En lo político, la Unión Europea tendrá ahora que dar una respuesta firme a la anunciada salida británica para tratar de evitar el contagio de una epidemia que ya amenaza a Francia, Italia y Holanda.

La dirigencia del bloque comunitario tratará de cerrar la puerta a una eventual fuga masiva, propiciada por algunos partidos populistas de extrema derecha que quieren aprovechar los efectos de la crisis económica regional. Europa tiene que enfrentar la ruptura de una tendencia integracionista que parecía sólida y próspera, pero que amenaza con resquebrajarse con el mal ejemplo británico.

El mercado único europeo, que incluye el libre comercio y la libertad de movimiento de bienes, personas y capitales, está en riesgo porque, como en un tubo de pasta dental, siempre es más fácil salir, que volver a entrar.

 

 

 

 

 

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