La Habana, Cuba.- El intento de los sectores ultra conservadores norteamericanos de revertir los logros progresistas en América Latina ha cobrado mayor intensidad en los últimos tiempos.

Así lo demuestran los resultados electorales en Argentina, el pretendido golpe institucional en Brasil, la subversión derechista en Venezuela, y ahora la pretensión de aplicar a Nicaragua la llamada Nic Act.

Se trata de un artilugio legal ya debatido por la Cámara de Representantes en noviembre último, que en síntesis aboga por sanciones y recortes financieros externos al gobierno sandinista  como forma de imponerle el presunto respeto a los derechos humanos y la vigencia de las “libertades democráticas”.

En pocas palabras, perjudicar la labor de recuperación económica nacional y abrir espacios a la oligarquía para atacar sin contemplaciones.

Pasar la cuenta

Promovida esencialmente por la ultraconservadora congresista Ileana Ros-Lehtinen, la llamada Nic Act, establece cortar los créditos que otorgan a Nicaragua los organismos financieros internacionales hasta que el país retorne a los cauces indicados por Washington.

Un evidente pase de cuenta contra la administración que encabeza Daniel Ortega, incisivo crítico del injerencismo y el hegemonismo que caracterizan a los grupos norteamericanos de poder con respecto al escenario latinoamericano y global.

Atentado a la integridad nicaraguense que no es un hecho aislado, sino que conforma la estrategia imperial de ir desgajando y destruyendo los gobiernos progresistas y populares aparecidos en el sur del hemisferio en las últimas décadas, y que son considerados adversos e indeseables.