Cuatro equipos, jugando a tope, han sido suficientes para volver a repletar los estadios de beisbol del Oriente y el Occidente del país. Los últimos días, a pesar de la lluvia constante, demuestran que cuando se juega con calidad y pasión, la pelota pone otra vez a latir el corazón de los cubanos.

Y es que, aunque nos gusten también el fútbol, el boxeo, el voleibol o el basket; guantes y bates hace mucho que forman parte de una tradición enraizada en la cultura nacional.

La pelota, que en octubre de 1878 llegó a ser prohibida por el Capitán General Francisco De Lersundi, está además ligada a nuestras luchas por la independencia.

De Lersundi no andaba errado, pues varios de nuestros primeros peloteros conspiraron contra la Metrópoli española, que consideró al beisbol como símbolo de las aspiraciones libertarias de los cubanos.

Rescatar el talento

En un país como este, con un pueblo amante del deporte, todas las disciplinas tienen que tener espacio, pero al beisbol hay que cuidarlo y defenderlo con particular esmero, porque está en el ADN del cubano.

Ya se sabe que los jugadores de hoy son los hijos del Período Especial, que llegaron a la Serie Nacional con carencias de todo tipo originadas por aquella dolorosa crisis.

Pero está demostrado que el talento sigue floreciendo en cualquier esquina o potrero donde se juega un improvisado pitén o un cuatro esquinas.

Esos diamantes escondidos solo hay que descubrirlos y pulirlos para que brillen en los equipos locales antes de ponerse la franela de las cuatro letras.

La entrega de los jugadores repleta los estadios, como ocurre por estos días en los que el público, pero sobre todo la pelota, es el verdadero ganador de estos play-offs.