Algunos hacen su «zafra» de precios con la pandemia. Foto/Agencia EFE

La Habana, Cuba. – Parece una verdad de Perogrullo, pero en situaciones límites, como la que vivimos hoy con la pandemia del nuevo coronavirus, siempre aflora lo mejor del ser humano, pero también sus actitudes peores.

En el más remoto punto de la geografía nacional, profesionales de la Salud arriesgan sus vidas por los demás o decenas de voluntarios ayudan a los más vulnerables o los vecinos comparten lo que tienen. Son personas que expresan la innata disposición de los cubanos a la solidaridad dondequiera que haga falta.

Es algo que aquí aprendemos desde la infancia, cuando hay que compartir el bate, la pelota y hasta la merienda. Ayudar a otros en cualquier circunstancia es una cualidad que cobra mayor valor ahora, cuando estamos atrapados en una guerra contra un enemigo mortal pero invisible.

Pero también hay pillos sin escrúpulos que lucran en tiempos malos.

Exponer al bandido

En medio del esfuerzo colosal del Estado y de la desinteresada entrega de miles de cubanos, algunos sinvergüenzas tratan de aprovecharse de la necesidad ajena.

Con malas artes aparecen ahora precios exagerados aumentados para la ocasión, acaparamientos para la infaltable reventa, o desvíos de recursos que mucha veces necesitan los enfermos.

Es la mancha obscena en el rostro de una sociedad que contradictoriamente se erigió sobre los pilares del Humanismo y que por eso mismo no puede permitir que afloren actitudes que reman a contracorriente del proyecto socio-político cubano.

Entonces hay que aplaudir y respaldar cada acción de las autoridades para hacer caer sobre los pillos todo el peso de una justicia fundada en el bien colectivo.

Exponer públicamente a los que delinquen es también parte de lucha contra la pandemia.