Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional coinciden en que la economía global perderá impulso este año, un pronóstico cuyas implicaciones también tendrán efecto sobre Cuba.

Si 2018 terminó con un crecimiento planetario estimado del 3 por ciento, para este año se vaticinan al menos 2 centésimas menos.

La desaceleración estaría dada por la caída del comercio internacional y la inversión, el alza de las tensiones comerciales y el endurecimiento de las condiciones de financiamiento.

Los estimados, elaborados todos desde los centros financieros de poder, señalan que los países emergentes y en desarrollo se estancarán este año por una recuperación más débil de lo esperado en las naciones exportadoras de productos básicos, y una desaceleración en los estados importadores de materias primas.

El camino de Cuba

El complicado entorno internacional de este año obliga a Cuba proponerse un modesto crecimiento a partir de un Plan calificado como realista.

Ese plan está basado en el principio de que los gastos se ajustan a los recursos disponibles, sin dejar de garantizar crecimiento y desarrollo, impulsando la utilización de las reservas internas y sin aumentar el endeudamiento externo.

Para andar en ese complicado camino hay que asegurar un proceso inversionista eficiente, capaz de cubrir con su rendimiento los financiamientos otorgados y respaldar los programas priorizados.

Al mismo tiempo, y es una prioridad, hay que aumentar los ingresos por exportaciones y garantizar el cobro oportuno de todo lo que vendemos en el mercado externo. Esa es la única manera de salir a flote este año en las aguas turbulentas de la economía mundial.

Etiquetas: -