La Habana, Cuba. – Apenas horas después de que el ex presidente brasileño Luís Ignacio Lula da Silva, denunciara ante organismos de las Naciones Unidas la campaña de acoso de que es objeto por sectores de la oposición de su país; un representante del poder legal, el virulento juez Sergio Moro, decidió procesar al  veterano dirigente obrero por intentar obstruir las investigaciones sobre el cohecho en la empresa energética nacional PETROBRAS.

Se trata sin dudas del intento de la derecha de desprestigiar a fondo al Partido de los Trabajadores, que Lula encabeza, y que ha estado al frente del gobierno en los últimos años.

Según la acusación, Lula pretendidamente intentó evitar que un alto ejecutivo de PETROBRAS, demovido por corrupción, denunciara a miembros del gobieno nacional de implicación en los malos manejos de ese consorcio estatal.

Impedir el nuevo camino

Desde luego, la respuesta de Lula a esa nueva agresión derechista ha sido la de aprestarse a batallar por defender su imagen y la de su organización política, blancos de una poderosa campaña mediática de carácter oligárquico que intenta separarles definitivamente de la vida política nacional.

Como se sabe, la presidenta Dilma Rousseff permanece separada de su cargo en medio de un proceso parlamentario también bajo la acusación de pretendidos actos corruptos.

En el caso de Luís Ignacio Lula da Silva el empeño de las fuerzas reaccionarias locales y externas es dañar su figura y su trayectoria nacional, en instantes en que las encuestas lo designan como favorito a ocupar la primera magistratura en las elecciones de 2018.