Resulta que ahora la Organización de Estados Americanos, la inefable OEA, quiere expulsar a Venezuela como ya hizo una vez con Cuba.

Esa propuesta es el colofón de un mamotreto de 65 páginas elaborado por el secretario general, Luis Almagro, sobre la situación interna de la nación venezolana.

El texto invoca la aplicación de la llamada Carta Democrática para suspender a Caracas si lo deciden dos tercios de los 34 miembros del organismo.

El documento presentado el martes es una actualización de otro publicado en mayo del pasado año que en abierta injerencia pidió la realización de elecciones.

Ahora, el gobierno bolivariano reaccionó al calificar el informe como inadmisible y el presidente Nicolás Maduro advirtió que su país no aceptará amenazas de nadie. Pero lo que hoy sucede con Venezuela es una vieja y repetida historia.

Hoy como ayer

Hay que recordar que en enero último se cumplieron 55 años de la desvergonzada expulsión de Cuba de la OEA.

A nosotros también nos aplicaron la llamada Carta Democrática a instancias entonces de Estados Unidos que acababa de romper relaciones diplomáticas con La Habana.

La desvergüenza fue incluso más allá al respaldar a un bloqueo inhumano que aún pervive, o eludir la condena a la invasión por Playa Girón.

Por eso, no es descabellado pensar que lo que se trata de hacer ahora a Venezuela es una mala versión del guion que nos aplicaron hace más de medio siglo.

Desde que nació, la OEA, y la vida lo ha demostrado, solo ha servido a los intereses de Estados Unidos en el continente y eso es algo de lo que no quiere acordarse el secretario general, Luis Almagro, ahora que se erige antichavista.