La dirección de la Revolución inicia la transferencia de responsabilidades a las nuevas generaciones

La Habana, Cuba. – Fueron Martí y Fidel los políticos cubanos que mejor comprendieron la continuidad del proceso revolucionario nacional.

Desde épocas y contextos diferentes, ambos entendieron que vivimos una sola Revolución, la iniciada por Carlos Manuel de Céspedes y otros próceres en 1868. Y es que a lo largo de un siglo y medio, con ligeras variaciones, el país ha tenido que enfrentarse a poderes coloniales muy superiores para lograr garantizar su soberanía.

La independencia ha costado sangre, sudor y lágrimas de varias generaciones de cubanos, empeñados en dotar a la nación de un rumbo propio. Ha sido esa una tarea que ha pasado, como una antorcha, de padres a hijos a lo largo de la Historia Patria.

Ese cambio no se detiene ahora, cuando como dijo Raúl, llega la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos.

Transición revolucionaria

La renovación es la confirmación de la continuidad del proceso revolucionario cubano.

La gran mayoría de nuestros legisladores, e incluso el actual Primer Vicepresidente, nacieron después del triunfo de enero y es a ellos a quienes corresponde seguir adelante por un camino que nunca ha sido fácil, porque siempre ha ido a contrapelo de grandes poderes mundiales.

Tienen entonces un desafío grande, pero al mismo tiempo la ventaja de contar con la experiencia acumulada por una generación histórica que dejó bien claro el rumbo del país de cara al futuro.

Avanzar hacia un Socialismo próspero y sostenible es la tarea que nos dejan Fidel, Raúl y la Generación del Centenario, protagonistas de una epopeya que hoy, como antes proclamó Martí, necesita de los pinos nuevos.