La Habana, Cuba. La nominación de candidatos a delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, que inició el 4 de septiembre en todo el país, constituye una de las máximas expresiones de democracia en nuestra sociedad.

Y es que esas asambleas, que se extienden hasta el 30 de septiembre, acentúan la esencia democrática del sistema electoral cubano, pues cada ciudadano, desde dichas reuniones celebradas en el mismo corazón del barrio, puede libremente proponer y resultar propuesto, en intervención activa y pública.

Se trata de un proceso participativo y abierto, un privilegio real y extraordinario que no tienen muchos países en el mundo, donde los candidatos son presentados por partidos políticos y compiten en una carrera de propaganda y chovinismo. Muy por el contrario, aquí en Cuba, los candidatos son propuestos por los propios vecinos.

El pueblo como protagonista

En Cuba es el pueblo quien asume la responsabilidad de proponer y nominar. Por ello, la nominación de candidatos constituye un suceso de masas, cuyo éxito depende de la voluntad y el compromiso colectivo.

Resulta preciso entonces que la propuesta de quienes guiarán los destinos del barrio, sea en virtud de sus valores éticos y morales, de sus posibilidades de ejercer a plenitud las facultades y funciones que les son dadas, en defensa de las necesidades de la comunidad. La nominación de los candidatos es sobre la base del mérito, la capacidad y el compromiso con el pueblo.

Y hoy, cuando tienen lugar esas asambleas en toda la Isla, el proceso sigue siendo incluyente, democratizador y consciente, muestra de la madurez político-ideológica y la unidad de un pueblo que avanza en la construcción de una sociedad socialista más plena y sostenible.