Ana sigue siendo una ama de casa sin otros horizontes que atender al esposo y al hijo, soportar sus reproches y depender de sus economías. Dicen quienes los conocen desde hace años, que hubo épocas peores, aunque nunca llegaron a los golpes.

Un fenómeno mucho peor se ha entronizado en la casa de esa cubana amable por naturaleza y buena conversadora -siempre que su esposo Pedro no esté en los alrededores-: su hijo Ernesto ha seguido los pasos de su padre y  tampoco le ha pegado, mas, las críticas y los malos tratos pululan, sobre todo delante de los amigos.

De acuerdo con varios especialistas entrevistados por la periodista Yainerys Avila Santos, de la Agencia Cubana de Noticias, la violencia psicológica continúa manifestándose con bastante fuerza en la sociedad cubana actual, sobre todo en aquellas familias donde las mujeres poseen un nivel de escolaridad o ingresos económicos inferiores al de otras.

Desterrar la violencia

Con el triunfo de la Revolución las féminas comenzaron un largo camino de superación y reconocimiento que a estas alturas debiera estar lo suficientemente valorado por los hombres.

¿Qué sucede entonces en los hogares donde el esposo, el hijo, el padre, exhiben una conducta aparentemente de aceptación del rol femenino y cuando se cierran las puertas, su comportamiento resulta otro?

Desterrar de una vez y por todas la violencia psicológica es una acción que requiere la participación de todos los integrantes del hogar, del centro laboral o de estudio, de las instituciones sociales, pero debe partir, en primera instancia, de la propia mujer, esa compañera que cada día sale a desempeñar su trabajo y cuando regresa al hogar, solo recibe malos tratos.

¿Fórmulas para frenar el fenómeno? No las hay, porque depende de cada ser humano, de cada situación. Ayudas, consejos, actitudes a seguir ante la vida, sí  y muchísimos.