Fotos: Cortesía del entrevistado

El doctor Luis Angel Sánchez, quien reside en el municipio de Ciro Redondo, en la provincia de Ciego de Ávila, es uno de los más jóvenes integrantes de la brigada médica cubana del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve” que combate a la COVID-19 en Crema, Lombardía, al norte de Italia, donde cumple su primera misión internacionalista.

«Este es más que todo un reto que me impulsa a hacer bien las cosas y superarme cada día para estar a la altura que la difícil situación exige» aseguró a Radio Reloj por la red social Facebook el joven de 28 años de edad, oriundo de la comunidad rural Tamarindo, en el municipio avileño de Florencia.

El especialista de primer grado en Medicina General Integral recuerda que cuando comenzaron a brindar atención médica en la sala del hospital de campaña en Crema llegaron a tener más de 30 pacientes positivos a la COVID-19, la mayoría superaba los 60 años de edad.

Destaca que a medida que la situación fue mejorando y la afluencia disminuyó, se incorporó un área para brindar de conjunto con fisiatras y neumólogos la rehabilitación respiratoria a los pacientes en fase recuperativa.

El joven cuenta que, para realizar los ejercicios, muchos en bicicleta, a un colega médico cubano se le ocurrió poner música tradicional de nuestra hermosa Isla y a los pacientes les gustó, querían bailar, mejoró el clima. “La música es también una herramienta terapéutica, y más si es cubana. A los especialistas italianos también les encantó y lo van a incorporar a sus protocolos de rehabilitación”.

Sobre la jornada de trabajo en el hospital de campaña donde labora la brigada médica cubana en Crema, Lombardía, en Italia, el especialista avileño refiere que es compleja y muy bien estructurada en 3 turnos para las 24 horas del día con su correspondiente descanso, pues para nadie es un secreto, dijo, que en la denominada zona roja existe un alto riesgo.

Los médicos y enfermeros cubanos e italianos, con quienes han tenido una excelente química y amistad, se ayudan entre si y también se cuidan mucho para que el trabajo se realice con la calidad requerida.

“Nosotros hemos aprendido un poco italiano y ellos también español. Tomamos decisiones de conjunto, colegiamos las estrategias y la conducta a seguir, respetamos sus decisiones y ellos toman en cuenta y respetan también nuestros criterios” asegura Luis Angel.

El doctor destaca que a los pacientes con la COVID-19 les monitorean los signos vitales, se hace hincapié en los parámetros respiratorios o sea la frecuencia respiratoria y oximetría, se mide también la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la tensión arterial.

En dependencia de esos parámetros, agrega el especialista, es la conducta a seguir, teniendo como punto prioritario la oxigenación del paciente. A los que, además, son diabéticos si tienen cifra de glicemia por encima de los valores normales se les administra el tratamiento indicado, puntualiza.

El doctor Luis Angel recalca que también realizan el trabajo de auxiliares o de asistencia, pues llevan a los pacientes al baño, muchos hay que bañarlos y cambiarlos de ropa.

Varios desafíos han vencido el joven avileño, entre ellos el idioma pues, narra, que cuando comenzaron a brindar atención sanitaria, los colegas médicos italianos los entendían mejor, pero con los pacientes, la mayoría ancianos, era más difícil la comunicación, la hacían por señas.

“El miedo siempre se siente y es bueno en ocasiones porque nos obliga a cuidarnos más y a que mantengamos siempre una elevada percepción del riesgo, pero se supera”, enfatiza.

Cuba e Italia en el corazón

Innumerables muestras de agradecimiento y cariño han recibido los integrantes de la brigada médica de Cuba, que atienden a pacientes con la COVID-19 en Crema, Lombardía, al norte de Italia.

El médico avileño Luis Ángel Sánchez asegura que recordará por siempre al señor que al salir de alta se aprendió una canción en español para dedicarla a nuestros profesionales de la salud; al colega doctor italiano que toca la guitarra y ya canta La Guantanamera; y a Belina, una señora a la que le salvaron la vida, quien perdió a su esposo y a un hijo por causa del nuevo coronavirus, y escribió una emotiva carta de agradecimiento a los miembros de la brigada médica cubana,  a quienes califica de ángeles guardianes que trabajan con el corazón.

Luis Ángel tampoco olvidará su primera guardia donde un paciente comenzó a llorar y le dio el teléfono de su esposa para que la llamara si fallecía, pero, no fue necesario, le salvaron la vida.

También el médico avileño nos cuenta emocionado que cuando realiza el pase de vista para tomar los signos vitales, pacientes le muestran imágenes de Cuba descargadas en sus celulares de Internet y le dicen ¡Viva Cuba!, ¡Gracias Cuba!, muchos quieren conocer nuestro país cuando termine la pandemia y reconocen el tratamiento espiritual, cercano, que brindan los médicos cubanos, difícil, le han dicho, de ver en la sociedad actual.

“Tú sabes que los cubanos somos “chéveres”, además de atenderlos conversamos con ellos, tratando de levantarles el ánimo”.

En la batalla por la vida

Al joven doctor avileño Luis Angel Sánchez, integrante de la brigada médica cubana que lucha contra la COVID-19, en Crema, Lombardía, al norte de Italia, también le emociona ver cada tarde al niño italiano Alessandro, quien los saluda con una bandera cubana en agradecimiento a nuestros profesionales de la salud, quienes le regalaron al pequeño una bata, un nasobuco y un estetoscopio.

“Lo vemos casi todas las tardes pues tenemos que pasar por su barrio, al principio era él y su papá quienes nos decían adiós con la bandera cubana pero ya se han sumado más niños y personas, quienes nos agradecen desde los balcones.”

Luis Angel cuenta que al niño, que quién sabe en un futuro se haga médico,  el papá lo trajo a la puerta del hotel donde se hospedan, para agradecerles por la atención a los pacientes con la COVID-19 en esa región de Italia y les aseguró que va a venir a Cuba para responder a ese gesto solidario de los médicos cubanos, tan “chéveres, compartidores y  humanos”.

Alessandro se le hace muy cercano al doctor avileño, pues destaca que tiene 2 años, la misma edad que acaba de cumplir su hijo Angel Luis, que tuvo con su esposa Mirna Rosalía, con la cual mantiene comunicación diaria vía Internet.

“Cuando salí de Ciego de Ávila mi niño no comía por si solo y ya lo hace. Mi esposa me envió un video de como ingiere solito los alimentos con su cucharita; y eso me emociona” «A mi esposa y niño y al resto de la familia los extraño mucho, son el motor que me impulsa y da más fuerzas para seguir adelante y vencer la pandemia, no estuvimos juntos en este cumpleaños, pero ya vendrán tiempos mejores para celebrar en familia” expresa el médico cubano.

A ellos y a nuestro pueblo les manda un mensaje: “Que se cuiden mucho y cumplan con disciplina todas las medidas de protección para evitar el contagio con el nuevo coronavirus, ese enemigo peligroso; y no se preocupen que estamos bien, nos estamos cuidando y cumpliendo con los protocolos de bioseguridad”.

El joven doctor avileño afirma que fue a Italia de forma voluntaria a prestar su ayuda solidaria pues, señala, que la mejor manera de derrotar a esta pandemia la cual afecta a casi todos los países es uniéndonos, son momentos de solidaridad.

“Para mí ha constituido una experiencia excepcional a pesar de lo adverso de una situación como esta y estoy muy orgulloso de integrar la brigada médica cubana compuesta por profesionales de un altísimo nivel científico y gran experiencia en situaciones similares”, subraya.

Luis Angel agrega que luego de esta experiencia no solo será mejor médico, sino también mejor persona y enfatiza que en esta misión ha podido plasmar in situ la grandeza y fortaleza estructural de la medicina cubana y del sistema nacional de salud.

“A pesar de la intensa e injuriosa campaña mediática del gobierno de Estados Unidos, la cooperación médica cubana sigue ganando reconocimiento y respeto a nivel mundial por su altruismo, calidad profesional y humanista“. Y concluye: «No soy ningún esclavo estoy haciendo lo que más me gusta y apasiona, salvando vidas».