La habana, Cuba.- Con un sello distintivo en la escena, la Compañía Irene Rodríguez presentó, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, en la capital cubana, el estreno mundial Amaranto.

Para celebrar el aniversario cinco de creada, la compañía ejecutó, con una visión muy contemporánea de flamenco, piezas coreográficas de un alto nivel técnico-interpretativo.

Dividida en dos actos, la pieza inicial, El Mito, apeló a un recurso teatral donde en ningún momento se divisó un rostro, pues el telón negro no se elevó para dejar solo al descubierto las piernas de las bailarinas con tacones negros, mientras aparecía un par blanco desafiante, que sucumbe por momentos a la homogeneidad.

Instante deslumbrante fue la música en vivo bajo la dirección de Noel Gutiérrez, que brindó al espectáculo gran virtuosismo e incluso cede un espacio completo a los instrumentistas, quienes interpretaron Falsa Bulería.

En El último gaitero de La Habana se realizó un homenaje a Eduardo Lorenzo, emigrante español que se dio a la tarea en Cuba de enseñar la ejecución y fabricación del instrumento, y así perpetuar ese icono de la cultura de su país natal.

La pieza se enriqueció con danzas típicas gallegas y algún que otro ritmo afrocubano mezclado, que hicieron notable la elegancia y la energía de la compañía danzaría.

Aplausos a Irene Rodríguez

Enfocada en crear nuevas tendencias que hagan evolucionar el género español, fusionándolo con todo aquello que amplíe el vocabulario escénico, la Compañía Irene Rodríguez hizo gala de su gran maestría con la presentación de Amaranto, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Con modernos diseños de vestuario y el protagonismo indiscutible de su directora y principal coreógrafa, en Fever se retomó la famosa canción de los estadounidenses Eddie Cooley y John Davenport con arreglos de Noel Gutiérrez, que la entregan más al jazz, mientras las bailarinas crecían a partir del efecto generado por sus sombras sobre un telón.

En la obra de cierre, Amaranto, Irene Rodríguez expuso sus cualidades para la actuación, su elegancia y domino de la estola española y de los tacones usados a veces como zapatillas de ballet, logrando los aplausos del público, que  la ovacionó durante minutos.